Ya no me importas; poeta.
Tú que dibujabas dianas solo para demostrarme que eras el único capaz de darme en el centro y agrietarme todo lo de alrededor.
Eras el único capaz de tocar un punto y activar el resto; poeta.
Me hacías cosquillas para verme sonreír porque me provocabas más lágrimas que sonrisas; las mentiras; los desplantes; las ganas inacabadas; mis noches a solas; tus noches con otras; borracho y perdido; según tú.
Bebiéndote las deudas que tenías conmigo y saldabas con ellas.
Tú que pretendías olvidarme cada noche y sin embargo; Yo aparecía con la resaca. No quise más; poeta.
No quiero más.
Ahora la única que dibuja dianas soy yo, y no encuentro mi centro para darle.
Está todo tan agrietado que no me encaja ningún puto dardo.
Débora Álvarez
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