Hacer el muerto en la piscina,
boca arriba, enfrentado a las boyas y su reflejo:
el mar, los ríos, las aguas todas reflejadas en lo artificial,
la fabricación del hombre,
el proyecto de una masa de gelatina
con sus incrustaciones turbias y sangrantes,
el daño hecho hombre y proyectado boca abajo,
muerto sin importarle a nadie
como un discurso inútil y monótono,
como unas hojas olvidadas en un cajón de agua.
Francisco Javier Sanz
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