lunes, 21 de enero de 2013

MATINAL DE DOMINGO



Blessed are the dead that the rain falls on.
FRANCIS SCOTT FITZGERALD

Un día estaré muerto y no sé bien
si entraré en esta tumba en donde hay tantos.
El último, mi padre. No cabían las asas
y hubo que romperlas y ponerlas encima
de su ataúd. Eran las portezuelas
de ese cielo en que crees, en que él creía.
De los otros que hay dentro piensa que
unos se detestaban entre sí,
otros se malquerían simplemente,
que mi abuela fue tierna, pero su tío, abyecto.
La muerte de mi padre obró el milagro:
la familia está unida al fondo de este nicho
revuelta en una bolsa de plástico celeste
que algún sepulturero cerró mientras silbaba.
Yo diseñé la labra de su lápida
y le mandé grabar nombre y dos fechas.
Ya sabes, entre ellas, los días fueron suyos.
Los otros escribí con letra más pequeña.
Benditos sean todos cuando la lluvia roce
el alero de tejas saledizas
y gotee sobre el guijo que pisamos.
Permite ahora que bruña con mi paño el granito
y deje, arrodillado, mi lámpara de aceite,
porque en cuanto me pueda levantar,
de seguro tendrás que sostenerme.



Rafael Fombellida




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