martes, 22 de enero de 2013

GEÓRGICA




Hermoso es aguardar su acometida.
Excitante escucharlos hociqueando
junto a los cobertizos y las cuadras,
entre el pastoso aliento del ganado.
Buscan algo de mí que no comprenden,
que enardece su sangre, y que poseo.
Cuántas veces quisiera acariciarlos,
hablarles en mi lengua, cobijar
esa mirada turbia malnacida
y entregarles la mano a su placer.
Pero los dejo huir y, amaneciendo,
el peligro se extingue con el astro
que trae prudencia y orden al presente.
Sin bravura sucumbo a la constancia
y me mancho las ropas con estiércol,
escribo algunas cartas, o me aburro.
Espero que esta noche me hagan daño,
que su instinto ajusticie mis insomnios
y, ardiéndoles la sien, me despedacen.
Ya los veo rasgar su emboscadura,
los siento traspasar las alambradas.
Leales no como hombres, como bestias,
los lobos rondarán mi intimidad.



Rafael Fombellida







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