domingo, 27 de enero de 2013

DE PURA SOMBRA LLENO






Gáname por el gusto, dama de lejanía.
Úngeme con tu óleo, lávame con tu soplo.
Hazte toda de barro para unirte a mi escápula.
Baña en bálsamo el pliegue donde nadie me toca
y baja a devorarlo con tu hedionda fisura.
La carne no se basta, quiere luz, la más tinta,
el más enamorado de los encubrimientos.
Deja tu aplomo en mí, tu material abrazo
para que yo, en mi anillo, me ahogue sin protesta.
Es mi cuerpo planicie, contorno que desea
esa facilidad con que desciende tu hora
cuando es madura y alta y está a punto de ser;
es mi cuerpo lugar, por ello no me envisca
tu eclipse mejorado en negrura y quietud.
¿Hasta dónde, en qué plazo arribarías
franca y ardiente a mí, y me darías paso?
¿Cuánto estremecimiento, cuánto pánico
habría de preceder a tu opaco claror,
a tu mudo avenirte con mi conformidad?
Mientras me quede pulso no seré más que ascenso
a ti, sufrida aspiración sin eco.
No seré más que escombro, pormenor,
ascua, medida, brega, trazo en bruto, escasez.
Gáname por el gusto, tráeme tu victoria.
Dime Nadie, y alberga mi cabeza en tu seno.
Mis ojos están vueltos a lo que se separa.
Ocúpame la sombra, pues ya te di mi luz.



           Rafael Fombellida

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