Al hilo rojo
Los bancos del parque son
mis paradores de ciudad.
Un anciano deambula en línea recta.
Un joven se acerca. Se estrechan los cuerpos.
-Perdone, tiene usted una pegatina en su espalda-.
-Gracias, joven. Estos niños de hoy en día…
Muy amable. ¿Tendría usted hora?-
-Sí, claro, las seis y media-.
-¿Cómo se llama?-
El tentempié de los árboles.
La distancia entre los dedos y
el rastro de unos zapatos
de cordones desatados.
La tarde tiene sabor a castaña recién hecha.
-Perdone, tengo prisa-.
-Disculpe. Muchas gracias-.
El tentempié de los árboles.
La distancia entre los dedos y
el rastro de unos zapatos
de cordones desatados.
La tarde tiene sabor a castaña recién hecha.
-Perdone, tengo prisa-.
-Disculpe. Muchas gracias-.
Y vuelve a colocarse su pegatina en la espalda.
Sara Herrera Peralta
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