¿Por qué te vas tan lejos?,
me preguntó la abuela.
Tengo que trabajar, le dije.
Nosotros también nos fuimos,
igual nuestros hermanos:
ellos no volvieron.
Te vas tan joven y sola, decía,
serás extranjera.
Y señaló el mapa.
¿Por qué te vas tan lejos?,
repetía, con lo bien que estabas
aquí – coche, hipoteca, préstamo -.
Voy a buscar una vida grande, abuela.
Y la abuela me miró a los ojos,
acariciando mi cara con sus manos:
que el viaje no sea duro,
que el país sea una casa,
que los amigos te duren para siempre.
Sara Herrera Peralta
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