Hablo de los hombres y mujeres que han perdido
la voz entre las rejas de una casa,
hablo de los valientes que fueron valientes
cuando alguien les llamó traidor o de un bando
que no era el bando del ganador.
Hablo del que lleva la rosa clavada entre los dientes
y las manos atadas con esposas,
hablo del niño que corrió campo a través
para buscar a sus abuelos,
enterrados nadie sabe dónde.
Hablo de lo mismo que hablan las generaciones
pasadas a pesar de que este mundo
intuya que el olvido es un arma de fuego
contra todo aquel que lucha.
No me traigan modas ni tendencias,
de lo que yo hablo es de lo mismo que han hablado
mis padres con sus padres
o mis abuelos con los suyos.
Cuando hablo de esos hombres y mujeres
que han perdido todo o casi todo,
hablo desde la lejanía del mundo,
desde esta angostura que atraviesa
ciudades, rostros y países
respondiendo a esos que insisten
en que hay que ser moderno.
Hablo de lo mismo que tú hablarías
de no haber sido yunque o piedra
frente al hombre que murió de espaldas,
fusilado frente a un muro.
Y hablo de esos hombres y mujeres
porque todavía están llamándonos los muertos
y saben nuestros nombres.
Sara Herrera Peralta
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