Puede que sea de los peores
amantes del mundo.
Pero me esfuerzo,
te juro que me esfuerzo.
Puedes verlo
en mi sentimiento crónico,
en mis manos afiladas.
Sentirlo incluso
cuando venero
las erráticas curvas
por donde despeño
mis primaveras.
De verdad
que me esfuerzo.
Y es por ello que no abro la puerta,
al gélido futuro
que a veces me busca.
Y es por eso,
que intento aprender
e imagino nuevas estructuras
en las comisuras
de todos tus labios.
Y me codeo con quien sea
por defender
a capa y espada,
en el sosiego del verbo adormecido
y en el vértigo del gesto gratuito,
que amarte,
es mi único ejercicio
de responsabilidad posible.
José Liñán
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