viernes, 15 de julio de 2016

Los replicantes



Miradas de barro

que apenas se sostenían.

Brazos transparentes

incapaces de entrelazarse.

No conducía a ninguna parte

esa actitud permanente

de bandera ondeando a media asta.

De cuarto de baño sin alicatar.

Siempre se firma un pacto de no agresión

para comenzar a derribarlo todo

e intentar escaparse

de ésa ciénaga que algunos llaman memoria.

Fuimos nuestro mayo del 68,

una primavera que no se iba a acabar nunca.

Fuimos elegidos

para practicar el hedonismo con mileurista precisión.

Tuvimos todo un sistema financiero

dispuesto en su momento

a garantizar nuestra existencia de cartón-piedra.

Fuimos todos y cada uno de los golpes

que derribaron el muro de Berlín.

Y el este,

y el oeste,

y un solo norte

donde encontrar nuestro sur.

Fuimos Dioses griegos.

Fuimos arrogantes

insolentes e inconscientes.

Y ahora que el reproche

no es más que un autobús

circulando por carreteras secundarias,

solo nos queda fingir sonrisas,

acariciar los recuerdos

como si fueran el más preciado

páramo de la nada

y envejecer distantes

entre nosotros.


José Liñán



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