Detrás de las curvas del otoño
-entre las sabinas-, me acorrala la bruma
de un país en extinción. Digo. Espero.
resucito en la maleza. Es la memoria
imparable, frente a rótulos de calles, que olvidaré
Ipso facto.
Los extraños con paraguas
toman las calles.
Raídas de civilización
y musgos fosforescentes.
En ese tránsito
inútil, que le sobrevive al día
para seguir siendo uno más.
Gotea un pulso de horas. Impunes,
en su matanza de sueños
irrecuperables. Y es un alivio tu nombre
junto a mío, en la pared. Al menos,
nadie ha venido aún, a sacarnos
de este centímetro cuadrado de la avenida.
Maribel Hernández
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