Mírate aquí, ahora,
en este espejo de lluvia
sobre el camino desollado.
A solas los dos, contra las horas.
Goteando yo de ti o tú de mí,
una febrícula hirviente de nostalgia.
Mírate aquí, ahora,
de pie contra esta manilla de reloj,
que nos sortea la muerte
en cada pausa.
Mantenerse inmóvil,
sí, lo más arriesgado.
Lo sabes de sobra ahora que es tarde
y nos atraviesa, justo aquí, la vida.
Maribel Hernández
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