A ratos,
suelto mi pantera negra
para que cubra con sus dilatados caninos
mi propio desafío.
Y me pierdo en ella,
me dejo engullir
por el salvaje crepitar de las llamas de sus ojos.
Y ya
soy la seductora que derrama,
en el revés del alma,
toda la linfa del oro exprimido
toda la carne de un íntimo crepúsculo.
No hay forma de atarme…
…de atarla.
La libertad la absorbe
y tu vientre se torna minúsculo,
desmedidamente pequeño
para su colosal anhelo de felina sin límites.
A ratos,
suelto mi pantera negra
y me permito ser yo.
Merche Marín
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