Quisiera dormir a las palabras
balancearlas, cantarles suave
entre mis brazos.
A susurros pedirles que descansen,
que cejen en el empeño de zaherirme.
Pero ellas hablan sombra y voz,
hablan arrestos para pisar mis deseos
y surgen espontáneas
en insurrección de lírica extenuante.
Ellas lloran conmigo
y también lloran sin mí.
No les importo.
Se pierden en nebulosas de tinta
y desacatan cualquier norma lógica.
Las palabras son insomnes,
las palabras son mujeres
que nacen eternas
y nunca mueren solas.
Yo sólo quiero dormirlas,
a susurros pedirles que descansen
y dejen de zaherirme.
Merche Marín
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