Suele acodarse en el filo
de la noche negra,
a nada teme su sombra
se santifica en calvarios
de ruinas amanecidas
y traspasa los umbrales
de la magna casa.
Acusa infinitos ecos
de voces que no cesan
que cimbran como juncos
esperando la calma
y embelesada y sorda
deja escapar su lágrima
traslúcida y diáfana
necesaria y santa.
Laura Vaíni
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