En el punto erótico
de mi piel-planeta
se concentran todas las cumbres
que, en agujero de fuego y lava,
descienden hasta el claro de mi timidez.
Y la transmutan en crepitar y danza,
en lienzo africano que brota libre,
en ardientes pétalos
que abrasados se pierden
en errantes nirvanas
sin cenizas,
sin humos negros.
Fuego que habla fuego,
dulce trote que de amor empapa
cientos de silenciosas sábanas.
Meche Marín
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