Hay voces
como de cristal
que ni bien tocan el alma
se parten en mil pedazos
y callan.
Voces que ya no tienen qué decir,
y que, sin embargo,
y a pesar propio,
dañan todo cuanto tocan.
Palabras
que no siempre dicen
y que nos habitan
como ciertos imposibles,
o como viejos fantasmas
de nuestros silencios.
Todo calla; al final,
esparcidos en fragmentos,
donde lo que nos duele
se reconstruye en versos
y poemas, nos refleja.
Andrés Camacho
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