Resuena en mis oídos
el timbre de tu voz inconfundible
incendiando mis venas.
Perdura en mi memoria
el tacto y la tibieza
en mi piel de tus manos,
y revivo, queriendo y sin querer,
el calor de tu aliento,
y al punto un escalofrío entera
me recorre y palidezco
y enseguida un rubor
ocupa su lugar, cuando
pienso en aquella pasión,
aquel ansia por bebernos los dos,
en los besos heridos
de presentida ausencia,
preñados de silencio
de cómplices “te quiero”,
del amargo sabor del adiós,
del temor a olvidar tu recuerdo.
Charo Guarino
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