Qué ha dejado el poeta de sí mismo
en cada uno de sus versos,
qué de verdad, y qué de fantasía
se oculta, o se evidencia en sus palabras
cuánto de tinta y qué de sangre queda
es literario quid sin consenso posible.
Y a fin de cuentas qué importancia tendrá
-yo me pregunto-
si el sufrimiento o goce que recoge
y traduce en palabras
es propio o es ajeno, o inventado,
si es propósito suyo cuando escribe
exorcizar sus penas,
doblar sus alegrías compartidas
o purgarse en una imaginada
catarsis colectiva que con suerte
habrá de provocar en quien lo lea.
No es difícil, siendo un triste mortal,
que lo que cante y cuente,
pese a que suyo sea, no se inserte
en la más universal categoría.
Charo Guarino
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