Culpable eres si en la empinada cuesta de la noche
las polvorientas huestes de quienes acechan tu desaliento
prosperan y gritan su propósito; si la larga huella
de los que fabrican el desencanto y siembran la duda
y la desesperanza te cubre amenazante; si las almácigas
desarrugan sus pliegues y crecen las hierbas del abandono;
si los grajos ennegrecen tus cumbres y los alcores, secos
y estériles, no dibujan los flancos de tu imagen.
Culpable eres de que la fibra del arraigo, deshilachada
Esté y cuanto engendraste se pierda en el silencio.
Antonio Parra Ruiz
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