A veces…
… me gusta pasear en círculo por mi soledad. Y apilar mis recuerdos frente a mí. Y entender el porqué de mi existencia.
A veces…
… las alas de colibrís de la melancolía se apoderan de mis silencios. Silencios que comparto con un banco solitario frente a la acuosa inmensidad azul de la Mar.
A veces…
… camino a ninguna parte. Observando cómo el tiempo se resbala entre mis manos, dando la espalda a mis sombras.
A veces…
… cuando nadie me ve, abro en cruz mis brazos frente a las estrellas como queriendo abrazar al Universo.
A veces…
… me siento reflejado en la belleza de una flor o en la pobreza de un indigente o en la locura de un niño.
A veces…
… desnudo mi corazón. Y lo curo con la sal de la Mar para que cicatricen las heridas. Heridas abiertas por la realidad de mis sueños rotos.
A veces…
… me siento frágil como una amapola. Me siento efímero como el transcurrir de un instante. Me siento insignificante ante lo Absoluto.
A veces…
… dibujo mis recuerdos sobre la calma de un atardecer gris ceniza otoñal. En la quietud sinfónica de las gotas de lluvia sobre la ventana.
A veces…
… deambulo por los vericuetos de mi memoria a la sombra de la Luna Mayúscula. Recordando la dulzura de tu sonrisa, recordando la ternura de tus labios, recordando la suavidad de tu piel.
A veces…
Rafael Luna García
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