Soñarás con la rama con la que edificaste
palacios solemnes para majestades humanas
que hoy su voluntad te deniegan. Muro tras muro
devastarán tu obra de barro, seda, delicadas porcelanas
robadas de tus entrañas, como un pabilo ya sin cera
en la que sustentarse. No tendrás ardidos labios
que griten si arrabio y menguarán las mordedoras
quejas de los que aún como madre te contemplan.
No habrá otros signos de existencia que aquellos
de las sombras hechas de grises trapos, cáscaras
de lo que un día fuiste. Nadie testimoniará la verdad
de tu suelo mientras la soledad sea tu día y tu noche.
Antonio Parra Ruiz
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