A Agustín Robla
Recuerdo a mi abuelo,
El sillón de mi abuelo.
Jugábamos juntos a las damas y a la escoba
sobre una mesa de mármol.
Buscábamos en sus vetas las figuras
que otros buscan en las nubes.
A veces nos escapábamos a comprar bolas de anís.
[Toda infancia es una excusa,
Que ancla la madurez al sueño]
Nunca me habló de la guerra.
Demasiado chico decía.
Quiso ser aviador pero le faltó la talla.
Tenía la letra en la sangre,
era maestro
cuando la palabra maestro aún significaba.
Comía media manzana,
le arrancaba el corazón
y el resto
se lo ponía al canario.
Hay que da de comer a la belleza
-decía-
El corazón de la manzana guarda dentro una estrella.
Luego la cortaba en transversal.
Nunca me habló de la guerra.
Le pegaron un tiro en la cabeza,
raspó su carne
con un silbido de muerte.
Vivió para conocernos,
supo ocultar lo innecesario,
supo decir
-La vida es vuestra-
Jorge Ortíz Robla
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