Se ha callado el silencio.
Ya no es de palabras,
ni de gritos o de desgarro.
No tiene voz.
No pronuncia tu nombre
ni hace eco de mi lamento.
Es nuevo.
Me toma como la bruma al paisaje,
el aroma de azahar al viento,
como las llamas del hogar
hipnotizan la voluntad.
No siento nada.
Sólo silencio hecho de silencio.
No se parece al que conozco.
No puedo hablar con él.
Mientras se apodera de mí,
me va dejando sin duda, sin llanto,
sin dolor, sin recuerdo. Sin amor.
Sin tu desamor.
Y no sé si quiero quedarme tan sola.
Carmen Gallego Martínez
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