Ignoraba si te producía cansancio
oír lo que te decía
o de sorpresa enmudecías.
La infranqueable mueca de silencio
con la que recibías las emociones
me interpretó sin diferencia.
Me convertiste en resumen desechable
y me arrojaste a la escombrera afectiva
en la que amontonas anteriores amantes.
Carmen Gallego Martínez
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