en este instante concreto donde el balbuceo se siente contemplando
donde el caudal, como torrente, inicia su calvario
y donde la niñez ocupa breves páginas, adormezco
viajo a lo recóndito y sufro la agonía de los hombres
su partidismo, su intolerancia, su descrédito
viajo y maldigo el agua que bebí sin filtrar
el despropósito de sorber directo del arroyo
creyéndolo limpio, sutil, virgen, consecuente
a poco mis manos tornaron negras, postulosas
descreídas e insolventes
viajo a lo recóndito y no encuentro el momento sajado a la niñez
tal vez un invierno me trajese al sanguinario hombre indicio que convierte
al hombre en sal
tal vez me convirtiese yo también en ese hombre
y me postulase al lado de los hombres
viajo a lo recóndito de mí y azuzo la conciencia
respiro hondo y acaudalo olvidados sabores
el trigo, la cebada, el viento, la tormenta o el adobe
los caminos polvorientos, las ratas de agua, el sonido lejano del avento
las mulas al sol de agosto, los vestidos negros de las mujeres rotas
¡mira hijo!
el agua inicia su bravío que el hombre controla y dirige
ya dejó de ser niño
ya coge fuerza y arrastra a su paso los cimientos
ya dejó de ser remanso y tibieza
ahora duele, ahoga, siembra de espuma los caminos
¡mira hijo, como siembra el hombre su futuro!
aquí nace el porvenir
aquí fallece la infancia.
respiro hondo y acaudalo olvidados sabores
el trigo, la cebada, el viento, la tormenta o el adobe
los caminos polvorientos, las ratas de agua, el sonido lejano del avento
las mulas al sol de agosto, los vestidos negros de las mujeres rotas
¡mira hijo!
el agua inicia su bravío que el hombre controla y dirige
ya dejó de ser niño
ya coge fuerza y arrastra a su paso los cimientos
ya dejó de ser remanso y tibieza
ahora duele, ahoga, siembra de espuma los caminos
¡mira hijo, como siembra el hombre su futuro!
aquí nace el porvenir
aquí fallece la infancia.
Pablo Otero
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