Eran tus labios prohibidos
Era mi lengua atrevida
Eran mis senos ansiosos
Eran tus dientes rapaces
Era tu vientre cálido
Era mi mejilla en tu regazo
Eran mis muslos firmes
Eran tus manos suaves
Era tu sexo ardiente
Era mi boca ávida
Era mi grito desesperado
Era tu orgasmo liberado
En diferentes lechos
A miles de kilómetros
Anoche...
nos amamos
Silvia Cuevas-Morales
1 comentario:
El deseo sin límites ni fronteras,
en la llama viva de la memoria,
más allá de nuestra propia piel.
Me encanta, Silvia.
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