Me preguntas qué si soy mujer.
Como si no hubiese dado muestras de ello.
Como si no bastara
equilibrar los delirantes acordes de tu caminar,
ser las cuatro patas de la mesa
sobre la que se come, se sueña y se llora,
sacar las plantas al balcón para que el dióxido
no perturbe tus comas.
Como si no hubiese sido suficiente
levantarme temprano todos los días,
recoger el ancla, limpiar la casa de agujas infectadas,
maquillar el desaliento de entre mis piernas
o tener siempre a mano la miel con limón
con la que lubricar nuestras gargantas dañadas
por el desorden de las palabras.
Te recuerdo parte del equipamiento de serie que llevo:
la orografía que levanta deseo de ser coloreada,
un obrador de vida,
la sinergia de milenios de las de mi especie,
el mejor manual de supervivencia que se conoce
y un libro de recetas sobre felicidad.
Que si soy mujer, me preguntas,
y te quedas tan pancho, ¡hombres ciegos!,
apresados en su propio bienestar.
Antonio José Royuela
1 comentario:
Felicidades, por este maravilloso poema impregnado de sensibilidad y empatía
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