Fíjate cómo llueve, qué hermosa es la vida.
Se ha hecho líquida para entregársenos etérea,
nos viene en nubes para que no la alcancemos
y que cuando menos lo esperemos nos caiga encima,
para regarnos de existencia, pura densidad,
cuando le apetece.
Nosotros abrimos los paraguas y odiamos a las nubes por llovernos,
sobre todo si tienen rayos y caen yermas
con granizos en verano y nieve en invierno.
Nos perturba pensar que las nubes nos controlan,
que pueden manipular nuestro carácter para hacernos tristes,
o alegres, o que cocinemos paella porque sí,
porque hoy llueve y hace frío,
y no se puede ir una vez más a la playa.
Porque mientras las nubes estén ahí el mundo es de ellas,
y si les da la gana empaparán la tierra
para que no vayamos a los conciertos de verano
y la gente piense en lo que tiene que pensar,
amarse ahora que está la luna.
David Lorenzo Cardiel
No hay comentarios:
Publicar un comentario