El peso del cielo no tiene que descansar
sobre nuestros hombros.
Eso es cosa de titanes.
Regálame un te quiero
y no escatimes besos pequeñitos
mientras escucho los latidos de tu corazón.
Y ahí, sí.
Ahí, seremos los únicos dueños de nuestros sueños.
Antonio José Royuela
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