Debieras de llamarme
y decirme esas cosas de las habla la gente,
como si fuéramos gente,
como si yo fuera gente,
como si tú existieras.
No existes y me llamas.
Y mi nombre en tu boca,
y tus palabras
y tu “¿cómo estás?”,
hacen que esté.
Al menos, ese rato
que hablamos de cosas cotidianas,
de infancias inventadas,
de sueños imposibles.
Y yo, como la gente,
esbozo mi futuro
y juego a que te creo.
María Jesús Artigas
1 comentario:
Besos.
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