De pronto se me vino la vida encima,
años acumulados en las pestañas del deber,
corriendo de un extremo al otro del camino,
para ser la mujer fuerte que todos necesitan.
Hoy me he mirado al espejo y no sé quien soy,
(tantas veces leí y oí frases parecidas)
ahora ésta, la desconozco, tiene otro idioma,
uno frío, cruel, uno asesino, de cobardes ojos.
Cómo sostuve tanto tiempo una bandera,
que siendo mía, del océano de mis debilidades,
fue acribillada y bombardeada por el último siglo;
qué defiendo con tanta fuerza, si nada existe, nada es mío.
La piel y mis huesos me acusan,
han dejado evidencia del descuido,
la tristeza y el poco alimento,
ése, necesario para quererse.
Hoy supe de tu actuar,
de tu real forma de ser y me has matado,
con tanta fuerza, pero sin tú saberlo,
mucho antes que la tierra me devore.
Elen Fouérè
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