I
Sabes, que en los días de lluvia,
mi corazón no tiene color;
abatido, ahora por la ausencia,
incoloro, melancólico y anhelante,
te reclama ansioso.
II
II
Siempre supiste de mi soledad
en años pasados, aunque ahora yo
te regalaría la vida.
te regalaría la vida.
María Ángeles Ibernón
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