Seis letras, un sólo nombre,
mil razones silenciadas
y cientos de sensaciones,
números para quererte
que ya no entienden de cifras
cuando se enfrentan humildes
a tu grandeza incontable.
Dígitos inexplicables
de una métrica embustera
que busca cuadrar los versos,
cual si un poema bastara
para cantar tus encantos
que tienden al infinito.
Por eso escojo las letras
rendido ya a la evidencia,
de que las ciencias exactas
no explicarán el secreto
que habita en dos corazones.
Rafael Mérida
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