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domingo, 17 de julio de 2011

SEMILLAS DE POEMA









Busqué en el cuaderno
donde germino la semilla de mis versos:
Había un zahorí sediento justo al lado
de una dirección de e-mail desconocida,
una confesión isleña que sostiene
que lo primero
fue mezclar mis huellas con huellas de gaviota.
Había una pena de madre entre unos besos,
y una vuelta a las raíces.
Prosodia y ditirambo
muy cerca de la venus Mariblanca al Sol,
ramos de esdrújulas en tarros verticales.
Había en mi cuaderno
caballos blancos y tequieros.
Todos sabemos que las llamadas perdidas
viven en el país del desencuentro,
afirmé en mis notas.
Y hasta me encontré con una cita
en que alimento a las olas con tomillo seco.

Pero lo que más me estremeció
fue comprobar
que aún palpito de otra forma
al ver el temblor de los álamos al sol y al viento,
aunque esa sonora danza luminosa,
de dorados verdes en tardes de verano,
la conozca
desde siempre.



Ángeles Fernangómez





sábado, 16 de julio de 2011

CUANDO FUI ÁRBOL (ÁRBOL)

Ahora, donde Dios era fuego,
donde hablaba el dolor, llora el vacío.

Antonio Gamoneda





Cuando fui árbol soñé con el verano
para respirar despacio y acariciar a mis hijos.
Ardieron ellos, y a mí
se me cayó la caricia de las ramas.
Me asfixié de dolor y cerré las hojas
para no ver
mis pavesas avivando sus cenizas.
Fue así…
como preservé también mi savia,
aunque ya no broto hijos.







Ángeles Fernangómez

viernes, 15 de julio de 2011

EL MIEDO AZUL








A veces, cada vez más veces, un miedo azul recorre las curvas de mi maternidad,
perfora el olvido cóncavo al que me niego en el suspiro.
Siento mi vientre abultado como cuando fue, y percibo el salto del hijo
abrazado a mi cintura.
Fue mi vida,
y no lo supe hasta que llegaron los agujeros negros
amenazando con convertirla en un recuerdo.
Esos miedos azules predicen angustiosas señales del no retorno,
síntomas del nunca más, del ya se pasó el tiempo.
Demasiado atareada como para disfrutar del sueño.
Demasiado pequeña como para percibir lo inmenso.
Demasiado inconsciente como para distinguir tesoros en las rocas.
El tiempo me mira y yo le respondo con una sonrisa boba. No hay marcha atrás, me dice, y me escupe carcajadas verdes.
Me miro y me limpio, mientras él sigue pasando: tic-tac / tic-tac…
Un dolor intenso hace que lleve mi mano hacia el hueco de abandono de mi vientre.
Ya pasó
Él
El tiempo ya pasó.
Tendría que regresar para abrazarlo con más fuerza.
Pasó
Tic-tac / tic-tac /tic-tac
Una tortura lenta intenta taladrar mi nuca.
Sujeto mi cuello con las manos
y miro el cuarto azul al que mi fruto nunca volverá para quedarse.
Nunca volverá para ser flor, porque el tiempo ya se ha ido.
Y no repite.

Pero comienza otro tiempo para aprehender una maternidad nueva
que ya voy aprendiendo a ser.





Ángeles Fernangómez





jueves, 14 de julio de 2011

OTREDAD




Me hice el amor
tantas veces como supe,
la noche aquella en que
éramos yo y la nada juntos.

Estimulé el eros de mi esencia.
Succioné los pezones
de los montes que parieron lo que soy.
Me produje escalofríos
al palpar el bajovientre de mi alma.

Te amo, me dije ciento siete veces...

Toqué. Froté hasta encenderlo,
el punto en que me brota
la luz de la empatía.

Así, sin apagar la llama empática,
llegué hasta el clímax
en simbiosis con “el otro”,
(sin cuerpos ni ataduras).

Y brotó la creación.



NOTA: A los pocos días de escribir este poema,la revista dominical de “El País” publicó un artículo sobre el descubrimiento reciente de las neuronas espejo, también llamadas neuronas Dalai Lama, por ser el centro en que radican la empatía y la compasión.




Ángeles Fernangómez



miércoles, 13 de julio de 2011

CÉLULAS MADRE






Las anémonas son clónicas.
No mueren, se dividen siendo enteras,
se duplican, se espejean, se copian a sí mismas y,
sin morir, vuelven a nacer eternamente.
Son su mitad y la mitad de su mitad multiplicada.
Doblan sobre sí sus cuerpos,
se parten infinitas desde el centro de sí mismas.
No mueren, sólo se marean un poco al imitarse.

Pero yo..., yo soy mucho más inteligente:
Me muero, sí, pero no me plagio nunca.





Ángeles Fernangómez





martes, 12 de julio de 2011

ME HE PUESTO LOS ZAPATOS...








A mi hijo,
que vive en una isla.





Me he puesto los zapatos blancos de soñar
y abarcado millas
en un brinco de suspiros.
Me encaramo
y me asomo a tu ventana,
(la que un día me dijiste que da al mar).
“Entra”, me gritas desde dentro,
y sigues dibujando unos papeles.
Uso de nuevo los zapatos
hasta llegar y sentarme junto a ti.
Te cojo de la mano que no usas.
“Mira”, te apunto:
allá lejos hay un barco.
“Ya”, respondes.
Y sigues dibujando.




Ángeles Fernangómez





lunes, 11 de julio de 2011

CENICIENTA







Agradecimiento a Salustiano Masó




Desde sus brotes la lanzaron al vacío
sin tiempo para el juego y para el beso.

Lavando en el arroyo, enaguas de las otras
se cortó con una piedra transparente:

era un zapato de cristal hecho pedazos
y un beso de príncipe, quebrado en la puntera.




Ángeles Fernangómez





domingo, 10 de julio de 2011