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domingo, 24 de marzo de 2013

La bicicleta




La bicicleta 
era roja y no
tenía frenos.

Una BH
con muchos
desconchones
en su cuerpo,
como los de una
pared mordida.

La bicicleta
era de tamaño
mediano y la
compartíamos
cinco
hermanos,
desde los 4 a
los 12 años.
Era cuestión de
adaptarse:
o ibas sentado
o de pie.

No tenía frenos y
para parar,
(con suerte)
metíamos el
pie en la
rueda delantera.
Creo que las suelas
de los zapatos
Gorila,
las hacían
pensando en
nosotros.

Hoy,
en este pueblo
de playa,
mientras volvía
del mercado
y en una bici
de segunda
mano,
he recordado
la BH roja
sin frenos.
Y, sonriendo,
he metido el
pie en la rueda.
Deberíamos aprender
de nuevo
a ser niños,
le he dicho al
señor que me
ha ayudado
a levantarme.




Yolanda Sáenz de Tejada




sábado, 23 de marzo de 2013

Ángel en la ventana



A esa tarde,
en la que el mundo decidió ser original.



Un hombre en
una ventana
(bueno, mejor,
un chico en
el balcón).
Entonces:
un chico en
el balcón
con un albornoz
blanco.

Yo,
 en la calle,
saliendo de una
zapatería
(donde me había
probado esos   
zapatos de tacón que
nunca me compro).

Él se asoma
desde un  
segundo piso
(el chico)
 y yo, desde el
mundotierra,
 miro hacia él.

Y lo veo
bailar
(con el albornoz
abrochado)
una canción de
Massive Attack.
Se mueve bien...

Me detengo,
freno el mundo
con mis labios y
lo miro. 


Yolanda Sáenz de Tejada

viernes, 22 de marzo de 2013

Ana y su flor


                                                                                                       


Para Ana,

porque ella soy yo.


A mi niña
le ha brotado una
flor en el pecho.
En el izquierdo.

Tiene por cáliz
un beso de su
amante
(ese que le regala
su piel y sus noches,
su deseo
de rizos morenos
y sus hijos
paridos de abrazos).

A mi niña
se le quiebran
las lágrimas
al verse brotada,
pero no me lo
cuenta,
no me quiere
dañar el
alma
(pero no sabe,
mi niña,
que yo soy
ella y que,
sin palabras,
adivino lo que
se le atraganta).


Y también sé
(y esta es mi sentencia
inapelable)
que aunque
los médicos
reciten que es un
cáncer,
lo que le ha
nacido a mi niña




Yolanda Sáenz de Tejada




jueves, 21 de marzo de 2013

Alquilo apartamentos.




Alquilo apartamentos.
Sólo hay
un inconveniente,
están dentro
de mi cuerpo…

Pasa, joven,
que te los quiero
enseñar.
Pero recuerda:
no los vendo,
los alquilo.

Entre los pechos
tengo el más grande
—dúplex corazón—.
A veces tiene goteras,
y grietas,
pero las vistas
son inmejorables:
el mar del amor.

En la espalda,
uno pequeñito
que me curva
la nostalgia.
—Piso segundo,
apartamento dolor—.
El suelo
es de carmín
y si lloras,
te puedes
escurrir.

El del ombligo
es mi favorito.
Con ese lago
de besos
en el centro…
Pasa, joven,
te dejo nadar
un ratito
dentro de mí,
—que diga,
de él—.

Si te gusta alguno
sólo tienes
que decirlo.

No se admiten
humanos,
ni excrementos
de odio.
Se cobra
en ternura,
aunque duela.
Y hoy
(esto es un secreto)
estamos de oferta:
si haces nudismo,
te regalamos
un mes.


Yolanda Sáenz de Tejada


miércoles, 20 de marzo de 2013

Me gustan mucho



¿Tú crees que eres feliz..?
Eso, querida,,
 es que no has vivido conmigo.


Me gustan mucho
tus alas.
Alas de pez y
de tierra,
de mordiscos
casi de sangre y
de amante
libre.
Alas que necesito
acariciar.

Y me gustan tanto
(tus alas)
que a veces,
cuando duermes,
te arranco
una pluma de
la espalda y
la chupo
obsesivamente
para quedarme
con el resto
de tu vuelo
entre mis dientes.

Me enloquecen
tus alas.
Alas que
me empujan
al vacío,
que me gritan
que salte
contigo
(aunque yo sepa
que me
destrozaré las
raíces y los
sueños si
nos caemos).

Tus alas,
las que hoy,
sin dudarlo,
me quitan
el frío y
me recogen
de mi mundo
para crear
un nido
contigo. 


Yolanda Sáenz de Tejada

martes, 19 de marzo de 2013

Adoro tu mentira





Adoro tu mentira
sincera y
adoro,
(sin remedio)
tu voz desafiando
mi lengua.
—Tan besada,
tan buscada…—.

Adoro que me digas
que no es justo
que me vaya
a llamar por
teléfono cuando
es tarde,
cuando reposo aún
en la esencia
—tan fresca—
de tu piel.

Pero lo que más
adoro,
lo que más
me revuelve
los huesos
y el corazón,
es que me sigas
pidiendo
(a deshoras,
mi amor,
cuando menos lo
espero)
que me
case contigo. 


Yolanda Sáenz de Tejada


lunes, 18 de marzo de 2013

Ablación





Barcelona, después de conocerte…

Pregunto por ti en el hospital.
Necesito que me cuentes como le devuelves a una mujer
(con su integridad arrasada) su dignidad…
Sonríes dulcemente y entonces entiendo
porqué tantas mujeres a las que has ayudado te adoran
y  te envían desde sus países,
cartas, fotos de sus hijos
y amor.

Después, delante
de un té,
me cuentas la historia de
la última niña;
como si tú
fueras ella.

Dolor con dolor…
…………..


Me amputaron
el naciente
placer
cuando tenía
nueve
años.

Jugaba con Khadija,
mi bonita muñeca
de ojos negros.
Mi madre, impasible,
me la arrancó,
y me segó la
voz con
mis propios
gritos.
(Del pelo,
me quitó
la niñez y
una flor).

Me ataron a
una piedra y
con una cuchilla
vieja me arrasaron
como mujer.

Sin anestesia,
sin piedad.
—Sometimiento de
niña hembra
grabado en mi
chiquilla piel—.

Después de unas
horas puedo,
a través
de un pequeño
orificio con vistas
al diablo,
orinar.

Pero mi madre,
mientras me unta
zumo de limón y
nanas,
sonríe…
Ahora los hombres
me querrán
comprar.
Seré una fiel
mujer muñeca
(de mentira
pero de verdad).
Y lo mejor;
cuando sea mayor,
me podré casar.



Yolanda Sáenz de Tejada



domingo, 17 de marzo de 2013