sábado, 31 de mayo de 2014

hoy me encuentro muy muerta de vivos




hoy me encuentro muy muerta de vivos


al principio me acerco a sus sonrisas

-porque no asustan-

luego veo el barro que hay debajo

son

casi todos


desconocidos de sí mismos

y el grito


sucede en mi espalda


en ese escalofrío

que no sé que recorre


ni de dónde procede



Alicia Millán





viernes, 30 de mayo de 2014

penetración de atardecer




penetración de atardecer

el mar

-dentro de golpe-


(me abrazas por detrás)

-no existes-

atas mis muñecas a nubes

-no existes-

dejas tus besos

cascadas

dentro

-no existes-

desemboco


fuera del universo


toda tu luz


Alicia Millán


jueves, 29 de mayo de 2014

yo quería precipitar el salto




yo quería precipitar el salto

de la risa uno a la risa dos

y me dejé caer sobre la cama

-todo daba vueltas-

apareció un señor con chaqueta azul

que miró con detenimiento mis manos

amarrándolas

cuando me iba a caer al suelo:


son

dos gotas incesantes

dos ratas desperdigadas

con las que cogerás frutos

de una tierra de nadie

y sin ti


delirando cometas sin cuerdas

escindirás los brazos del cuerpo

y toda la culpa

será para mí

pero bien sabes

pequeña loca

que tus brazos siempre danzan

al sonido del acordeón

y la mirada

del viejo vagabundo

deseando pertenecer a otra



que pronto

te saldrá por la boca.



Alicia Millán


miércoles, 28 de mayo de 2014

desde un punto cualquiera del mundo




desde un punto cualquiera del mundo

atar a la cintura el horizonte


dar vueltas

girar

(ensimismar la luz)


-ovillar la escisión cielo tierra-


y

sin nada que sujete el cielo

-quede-


todo el azul vertido


todas las nubes

todas las aves


encima derramadas


como agua que se vierte

sobre un rostro inmutable



Alicia Millán


martes, 27 de mayo de 2014

Hace un tiempo cualquiera




Hace un tiempo cualquiera

hacía un frío


(no uno horrible) -un frío sin calificativo-

hacía un frío y

-ella temblaba-

como si le arrancaran pestañas esas mariposas


que nacen y mueren

el mismo día


Alicia Millán

lunes, 26 de mayo de 2014

algunos besos llegan a la boca




algunos besos llegan a la boca

como agua de un grifo roto

que no se asoma al vaso


-entre la piel: espacio-

oquedad y

sin vértigo: abismo

(no hay calado)

los labios lloran,

el inferior se esconde

se acurruca entre los dientes

el superior (sin miedo a la muerte)

da la cara -interrogante-

a la próxima nada 



Alicia Millán




domingo, 25 de mayo de 2014

Semana dedicada a Alicia Millán




ERRANTE




Dime,

¿quién eres tú que así alteras

el pulso de mi sangre y lo conviertes

en un río de estrellas?


¿Qué eres y cómo has llegado?

Yo no te esperaba, yo no te he buscado,

no fui jamás a llamar a tu puerta,


¿por qué de pronto me miras

como si me conocieras?


Tu maldición me entrega frutos

que no pueden crecer en mi tierra:

tus ojos dibujan olivos

pero en mi vientre brotan palmeras,


no perviertas con tu mirada profana

el orden sacro y perfecto

de mi imperfecta naturaleza.


Tarde.

Tarde.

Tarde.


Vete, has llegado muy tarde.


Donde tú vas no quiero seguirte,

donde yo estoy no puedes quedarte.


¿Qué pretendes mordiendo

mis silencios y esta frágil

resistencia heroica?


No envenenes la paz de mis noches,

déjame en mi quietud engañosa

pródiga en melancolías sin nombre

y fértil en cosechas dudosas.


No esperes nada de mí

ni busques en el desierto:

no hay nada que pueda darte,

porque nada es lo que tengo.


Dime,

¿por qué te persigue ese torpe y fiero

empeño en equivocar tu destino

y enredarte ciegamente en mis cabellos?


Rendición o redención.

Seré tan clara como breve:

vete, pero ven.



Lidia Li


sábado, 24 de mayo de 2014

PACTO DE SILENCIO




En silencio te miro, te miro y pienso.


En silencio te miro a los ojos

y atrapo al vuelo

un par de líquidos interrogantes


o dos signos de exclamación

puntuando mis necios desplantes.


Me pregunto si tú sabes lo que yo sé.

Me pregunto si, en realidad,

prefieres no saber y apostar tus dudas

en la ruleta rusa sabiendo de antemano

que no vas a perder.


(A veces el silencio

es un disparo

que nos salva la vida)


Y romper los relojes contra el suelo,

con un estruendo de silencios gigantes,

liberando así al tiempo

de sus cárceles itinerantes.


Restañar sangre no derramada.

Enjugar lágrimas no vertidas.


(A veces el silencio

es un dique

contra la desdicha)


Crees que nada malo nos puede pasar,

que entre nosotros sobran las palabras

y tantas otras cosas que no quieres nombrar.


(Al final, todo sigue igual…)


Me amas, lo sé y eso me basta.


O debería.


Y mañana, qué sé yo...

Mañana, como algunos dicen,


será otro día.



Lidia Li


viernes, 23 de mayo de 2014

AGUA Y SAL



Pronto aprendí el sabor de las lágrimas

aunque rara vez comprendí su razón.


De niña solía esconderme para llorar

sin que mis padres me vieran:


una hija de tres años que llora sin cesar

era un mal presagio que ellos no merecían.


Lloraba y lloraba sin saber por qué,

pero jamás fui tan feliz

-qué penosa y cerril paradoja-.


El ángel custodio que me tocó en suerte

no era un tipo lo que se dice locuaz:


tallado en acero y sueño,

permanecía mudo durante horas

observando mis torpes pasos

y juegos; pronto me acostumbré

a su presencia inevitable y

silenciosa.


Nos retamos varias veces en duelo

de miradas pero jamás respondió

a ninguna de mis preguntas.


Un mal día desapareció sin despedirse,

dejando una nota escrita

con tinta de vómito en mi almohada:


'recuerda que estás hecha

de cieno y sal, como la Tierra;

su dulzura será tu alegría,

su brutalidad será tu tristeza'.


Se llevó consigo el enigma y la promesa,

me dejó la soledad y sus estragos.


Durante un tiempo lo eché de menos,

pero entregada a crecer y a malograrme

pronto olvidé sus enseñanzas.


Creo que alguna noche me visita

en sueños para reprocharme lo inmadura

y mediocre que soy, y lo poco

que he aprendido de la vida


-uno más de sus

proyectos fracasados-.


Yo le replico que eso no es del todo

cierto, que ahora al menos ya no necesito

esconderme para llorar:


he aprendido a ocultar la delatora lágrima

en los bordes de una risa escandalosa.


Pero tiene razón en todo el maldito ángel.

Sigo llorando igual que cuando era una niña

y sigo también sin entender los motivos.


Seguramente no hay nada que entender

porque

seguro

que

no

hay

nada.


Por eso lloro sin razón y sin consuelo.



Lidia Li


jueves, 22 de mayo de 2014

PRETENSIÓN




Escribir un poema como quien

redacta la lista de la compra,

detallando con exactitud

los artículos que el cuerpo

y la mente precisan

sin más peligro que el de elevar

de forma transitoria

la tensión y la autoestima.


Escribir de forma serena,

como quien cultiva una afición

absorbente e inofensiva

o practica un deporte por placer,

con su dosis de calculado riesgo

en dilución breve y homeopática.


Desterrar del diccionario

palabras terminales como

angustia,

pasión,

infierno,

condena,

lamento,

tortura.


Escribir, por fin, levantada del suelo,

sin desangrarme en el callejón
de una estrofa ni arañarme la piel
con la arista de un verso.


Como en este poema,

sin ir más lejos.

Quién dice que un día

no lo consigo.



Lidia Li


miércoles, 21 de mayo de 2014

EFECTOS SECUNDARIOS



Las caricias son la mejor medicina,

te dicen algunos. Lo que no te dicen

es que también generan adicción.


Cuando termines tu última dosis

prepárate para enfrentarte

al peor síndrome de abstinencia

de tu vida, con la piel erizada

por las agujas del miedo

y arrumbado en el callejón

sin salida del desamor.


Y ni Dios podrá echarte

una mano.


Léete bien el prospecto.



Lidia Li

martes, 20 de mayo de 2014

LETRA EN VENA





En realidad y si lo pensamos bien,

no habría nada más que escribir

porque todo ha sido ya dicho

a través de los tiempos

en mil maneras distintas,

algunas de ellas insuperables en

verdad,

belleza,

profundidad.



A pesar de la evidencia,

algunos persistimos en ese loco afán

de querer nombrar y explicar

el mundo como si se tratase

de la primera vez.



Ignoro a qué responde esa necesidad.

Quizá se trate de algún

síndrome de Adán literario

que heredamos junto a la sangre

y el miedo y los sueños y el hambre;

una tara compulsiva y locuaz.



Y yo, maldita sea, he vuelto

a caer ahora mismo en ese

pecado tan poco original.



Lidia Li


lunes, 19 de mayo de 2014

SIN CITA PREVIA




Algún día,

cuando las palabras se desnuden

del odio con que las vestimos,


cuando los ojos y la boca escupan

el veneno que en ellos vertimos,


cuando la tierra haya limado

nuestros contornos, nuestras aristas

y nuestra furia,


mi alma se encontrará al fin

frente a frente con la tuya,

limpias de carne, celos y hiel.



Te contaré sin hablar tantas cosas

y tú me revelarás, tal vez,

secretos axiomas que el silencio destila

y que sólo entonces podremos entender.


Algún día.


La rosa incandescente del cosmos

dejará caer sus pétalos de tiempo:

implacable y perpetuo almanaque

de creación, muerte y renacimiento.


Pasarán años, siglos, quizá una eternidad.


Qué más da, no tengo prisa ninguna.

Sólo sé que algún día, estoy segura,


ese día... será.


Lidia Li


domingo, 18 de mayo de 2014

Semana dedicada a Lidia Li




MI SOLEDAD




I

Sabes, que en los días de lluvia,

mi corazón no tiene color;

abatido, ahora por la ausencia,

incoloro, melancólico y anhelante,
te reclama ansioso.


II
Siempre supiste de mi soledad
en años pasados, aunque ahora yo

te regalaría la vida.



María Ángeles Ibernón

sábado, 17 de mayo de 2014

EN EL SILENCIO DE LA NOCHE




Me detengo en el rumor,

en el silencio encarecido de la noche,

en tus manos, y en algunas

palabras tuyas que susurran.


En el murmullo oscuro

de mi vida, me detengo...
Y sin miedo a la nada, mi dolor se rompe

clavado en mil espinas.



María Ángeles Ibernón


viernes, 16 de mayo de 2014

LA SOLEDAD DEL CUERPO



Asciende el poema

y desciende el ángulo de tu vida
con solidez dudosa,
con un tono afilado en gris,
temes pisar sin mirar
buscas refugio en la noche
que abraza los sueños,
que bate torturas,
que se hacen esperar;
ojos helados,
boca que ya no es un todo,
oídos que se evaden
de la soledad
flotando en el espacio vacío.

Cuando el cuerpo me deja sola.



María Ángeles Ibernón


jueves, 15 de mayo de 2014

EL MIEDO



El miedo es un ave

que acaba malherida,
máscara fugaz
de siervos del corazón;
el miedo derrama sangre
y no se conforma con palabras,
nos hace creer
que transmite sentimientos,
pero nunca ríe, ni llora.
Y al final comprendemos
que el miedo
mira con orgullo a la tristeza,
como soberano absoluto.



María Ángeles Ibernón




miércoles, 14 de mayo de 2014

SIEMPRE NOS QUEDARÁ PARIS



             
(WENDY)




Nunca pretendí ser una princesa

de los cuentos de Disney,

me conformé con ser Wendy

del país que habitabas:

el de nunca jamás.




Todo sucedió en París.

Aquella noche a tu lado encontré

la melodía perfecta en tus palabras

mientras me susurrabas al oído

tejiendo poemas hilados

que hablaban de amor.




Mi deseo jamás fue ser

la gran dama de tu nobleza,

tan sólo el manto aterciopelado

que algún día cubriera tu vida.




Y volé a tu lado,

volé sin miedo,

volé despacio,

volé sin freno.




Hoy camino trastornada y sin rumbo

por el laberinto que tu vida selló,

y, desnuda me reflejo en las aguas

de ese río por el que me dejo llevar.



Campanilla del Sena me llaman,

y, vomito rabia y soledad

en los espacios

deshabitados de mi cuerpo.




Y...

Sigo volando,

llorando,

vuelo entre estiércol

arrastrada por tu viento.




Y...

Siempre nos quedará París

mi amado Peter Pan, o un

"nunca jamás"

para cuando regreses.



María Ángeles Ibernón


martes, 13 de mayo de 2014

REQUIEM



(Elegía a mi madre)




¿Qué fue de aquella mesa, que guardaba la ventana de tú vida?.

Aquella sonrisa tuya, presagio de una balanza inclinada al adíos y esa mirada que un día iluminara, ahora es custodia entre rotos cristales.

La mujer de aquel sueño, era rehén, libertad en cautivo, el milagro de la desdicha, el miedo convertido en una cueva frente al espejo de la muerte.

Tú no lo sabes, pero a tu lado juegan al juego de siempre jugar, escriben poemas que huelen a mar, azul intenso, a olas de súplica por hacerte inmortal.

Navega la tristeza, entre cortinas cerradas y la niebla se convierte en un mensaje inexorable,sin duda, hoy no amanece, el cielo permanece exultante, pero no es así, es triste, se quedó quieto, anexo a las nubes bañadas en óxido.

Ya has reservado sitio para el viaje, pero no me has de llevar, ¿qué he de hacer con las lágrimas? con los pájaros, con los besos, con la lluvia que vuelva a entrar en mi vida y volverme a calar, con el canto de fuerza, con los días sin pan...¿qué hago, madre? si amanece tan lento, y de pronto te vas.



María Ángeles Ibernón


lunes, 12 de mayo de 2014

UN DÍA




Un día quise morir a mi manera

y lancé una oferta a las estrellas,

para que no me asustara

la sangre que se vierte,

el corazón que inunda barro

en los largos ríos de la tierra,

la flor que en mercados

quizá sea un mal negocio

para los pueblos que gritan,

el susurro herido del poeta

que a veces,

antes de morir permanece

asustado con el único calvario,

del que anhela los años vividos

en gotas de luz,

en sueños robados;

y pienso que puedo ser yo.



María Ángeles Ibernón





domingo, 11 de mayo de 2014

Semana dedicada a María Ángeles Ibernón




Ausencia




Las manos sin tu aliento descansaron

prolongando la tarde adivinada;

mas al alba asustadas preguntaron

si la ausencia de tus ojos duraría.



Mi cuerpo, sin tus besos relajado,

se quedó dormitando en un rincón

soñando con la llama de tu rojos

quemantes como piras encendidas.



Las noches sin tu cuerpo enamorado

a un páramo desierto se asemejan

que esperan impacientes la tormenta

nacida de tus pechos desbordantes.



Mi alma sin tus ojos se envilece

trayendo a la piel de la memoria

recuerdos lacerantes que vagando

rememoran el ansia de dos almas.



Rafael Mérida


sábado, 10 de mayo de 2014

Teresa




Seis letras, un sólo nombre,

mil razones silenciadas

y cientos de sensaciones,

números para quererte

que ya no entienden de cifras

cuando se enfrentan humildes

a tu grandeza incontable.



Dígitos inexplicables

de una métrica embustera

que busca cuadrar los versos,

cual si un poema bastara

para cantar tus encantos

que tienden al infinito.



Por eso escojo las letras

rendido ya a la evidencia,

de que las ciencias exactas

no explicarán el secreto

que habita en dos corazones.



Rafael Mérida


viernes, 9 de mayo de 2014

Invierno sólo en las calles



El invierno se ha instalado

en las movedizas aceras

de la ciudad desierta.


Huyen con premura

del gélido escenario

los etéreos personajes.


Desaconseja el hombre del tiempo

desplazamientos más allá de lo preciso,

que nadie salga a la calle.


Leo con detenimiento

las isobaras marcadas

en las líneas de tu mano.


Un frente cálido de caricias

asociadas a tus manos,

elevan el mercurio que en mi habita.


La borrasca se aproxima,

chocan nuestros cuerpos

como masas de nubes bajas.


Rayos y truenos nos envuelven

desatando impúdicamente

una lluvia presentida.


La niebla densa amarillenta

se disipa bajo el sol de tus ojos

que auguran una tarde diferente.


Haré caso al hombre del tiempo,

hoy no saldré de tu cuerpo

anticiclón seguro de mis días.



Rafael Mérida


jueves, 8 de mayo de 2014

Sucedáneo





Sigo buscando tus formas

en las sombras de mi lecho

rememorando el pasado

de aquellas horas ganadas

siempre a mitad de camino

entre tu cuerpo y el mío.



Sigo esperando tus labios

en la mudez de mis noches

inventándome un futuro

que el tiempo no me concede

como si mis sueños fueran

solamente una quimera.



Sigo teniendo tu imagen

entre mis dedos grabada

mas no me devuelven ellos

tus caricias olvidadas

e inventan para engañarme

un sucedáneo de orgasmo.


Rafael Mérida

miércoles, 7 de mayo de 2014

Y pasa el tiempo





Y pasa el tiempo y no vuelves.

Y yo soñando que vuelvas.


Ya no puede ser ausencia

lo que mis manos no tocan,

ni puedo inventar palabras,

para nombrar un vacío

que intentan llenar las tardes

prendidas de otros cabellos.


Y pasa el tiempo y no vuelves.


Caen tus besos en silencio,

en el pozo del olvido

que otros labios hoy se beben,

mientras mueren los te quiero

sorprendidos por la inercia,

que el viento quieto enmudece.


Y pasa el tiempo y no vuelves.

Y ya no espero que vuelvas.



Rafael Mérida

martes, 6 de mayo de 2014

Me visita la nostalgia



Me visita la nostalgia

llena de arrugas y ausencias,

la de las sombras insomnes

que me siguen consumiendo

como una vela prendida

cuya llama ahora agoniza,

la del vértigo al rozarme

que tus manos producían,

la de los besos sinceros

que no preguntaban nada

y la de tu cuerpo desnudo

que siempre me rescataba.



Rafael Mérida

lunes, 5 de mayo de 2014

A veces




A veces, sólo a veces,

el mundo cabe en mi mano.

Sucede en extrañas noches

en las que todo se paga

y mis dedos no te alcanzan,

y mis labios no te besan.


A veces, sólo a veces,

cinco sentidos no bastan.

Ocurre cuando las luces,

emanan de lo profundo

y mis ojos no se cansan

y mis besos no se acaban.


A veces, sólo a veces,

sobran todas las palabras.

Acontece mientras duerme

tu mano sobre la mía

y mis amores te sueñan

y mis ansias no se calman.


A veces, sólo a veces…


Rafael Mérida

domingo, 4 de mayo de 2014

Semana dedicada a Rafael Mérida




Esto no es un adiós




Esto no es un adiós.


Y yo soy un castillo, aunque pocos lo sepan.

La amargura, esa mantis de patio de colegio,

lo intentó con nosotros.

Hemos sido canciones. Quiero decir: felices.

Untábamos mermelada en prisiones

sin rejas frente al mar.

Hablábamos del sol y de la suerte

y de las carteleras de los cines.

Nos perdimos, también. Y hubo manos

de gnomo con heridas de cúter

que nos fueron mostrando las miguitas de pan.

Volvimos a ser bosque:

nada es más fiel que la cerveza. Y en un muro

alguien había escrito la palabra

GUÉRIR.

Nombres de cosas bellas por romper.

Pero no era un adiós. No.

Y yo no estaba triste. Y los duendes decían:

Nunca sales realmente

de las islas donde estuviste enfermo.


No es suficiente andar para alejarse.



Martha Asunción Alonso



sábado, 3 de mayo de 2014

Auto-portrait


Está claro que no soy François Hollande. Los supermercados BIO me ponen triste. Quisiera hacerme un tatuaje, pero lloro cuando me pinchan. Aunque la enfermera sea guapa. No me acuerdo de lo que sueño por las noches. A menudo, imagino cómo sería mi vida si fuera obesa, puta o yonqui. O todo a la vez. He hecho ballet clásico. Judo. Solfeo. Baloncesto. Pilates. Tirolina. Y un ángel bordado en punto de cruz. No descarto convertirme al islam por amor, algún día. Tengo alergia al polen. Me compraría antes un acuario que un gato. Es verdad que la gente folla igual que come. Me dan rabia los diminutivos. Visité las tumbas de Machado, Proust, Cortázar. Espero no palmarla de un cáncer. Espero no palmarla sin haber dado la vuelta al mundo. Se me dan fatal los bolos. Tengo debilidad por las chicas que trabajan en ferreterías. Me divierten las revistas de cotilleos. Con diez años, jugando a los médicos debajo de un árbol, me tragué una oruga. Nunca he copiado en un examen. Nina Bouraoui escribió una novela que ya no quiero terminar de leer. Los domingos, escucho Radio Nacional y apunto recetas de bizcochos. Todas las plantas se me mueren. Salí algún tiempo con un heavy. También con un neonazi. He perdido dinero jugando al Blackjack en un casino. No plancho mi ropa. No como carne roja. No doy limosna a los mendigos. Soy incapaz de hacer el pino. En el otoño de 2006, llevaba el pelo largo y recité versos de Valéry en el puerto de Sète. Odio los chándales. Odio la bandera de mi país. Stendhal me aburre. Me canto nanas a mí misma cuando no puedo dormir. Creo que las pelirrojas son crueles. Que yo sepa, nunca le he salvado la vida a nadie. Estuve enamorada en secreto de mi profesora de francés. Escribo libros que mis amigos no leen. Suelo perder las llaves de todos mis diarios y encontrarlas años después. No celebro San Valentín. Me da risa la música country. Me da escalofríos imaginarme embarazada. He tomado pastillas. Me pregunto si las hadas existen. Me pregunto si soy buena profesora. Si soy buena, sin más. Les he pedido milagros a santos en los que no creo. Ojalá supiera pintar. Dice mi madre que soy una manirrota. Cuando estaba en el instituto, llevé durante una época camisas de chico y pantalones de camuflaje. Pienso constantemente en comida. Me gustaría asistir a un rodeo. Descubrí hace poco que puedo ser celosa. Mi plan B sigue siendo hacerme policía. Recuerdo perfectamente la primera película que vi en el cine. Recuerdo perfectamente las manos de todas las personas con las que he dormido. En el verano de 1992, sospechaba que mis vecinos eran vampiros y estuve con mi hermana en el Estadio Olímpico de Barcelona viendo a Rebollo encender el pebetero con su arco. Mi récord sin ducharme está en cuatro días. Ya no me siento capaz de traducir a Homero. Colecciono graffitis. A veces, me sorprende tanto que me quieran.


Martha Asunción Alonso

viernes, 2 de mayo de 2014

Miss Trois-Rivières




Los negros están solos.

Un poco más, peor. Solos con su negritud y sus poetas

negros que mandaban metáforas

como quien firma una postal desde París.


El concurso de Misses en Trois Rivières, por ejemplo.


Le han puesto banderolas a la plaza

y un látigo

de seda sobre los pechos que aún no tiene

a la reina en trikini de los solos. Hay que adornar la soledad.


La soledad se exprime.

La soledad se canta.

La soledad se come.


Hay que ponerle samplers para incendiar el valle

y gloss

y océanos de azúcar

a tanta precolombina soledad,

tantos siglos sin faros y al óxido en la quilla.


La soledad es el gran río que se bebió a nuestros ancestros.


La soledad se saca en procesión.


Están solos los negros,

solos con su gwoká y sus Frantz Fanon, soledad

por los monstruos de los monstruos y amén,

lo mismo que los blancos. Pero

al menos la bailan.


Martha Asunción Alonso

jueves, 1 de mayo de 2014

Juan


Juan y el miedo a morir.
Juan y el miedo a estar solo, sin nadie que le cuide.
Y a estar sucio, a que Francia le hubiera vuelto un hombre
de corazón manchado para siempre.
Juan y las lágrimas.
Juan y los puños apretados;
los golpes en la ventanilla de aquel taxi
que nos llevaba a Rusia, o aún peor:  
a un mundo sin terrones de azúcar
italianos. Juan.
Mi amigo Juan Mazzoni,
sus pupilas enormes y su dolor enorme,
tan lejos de su escuela.
Juan y su madre.
Juan y la música muy alta, inapropiada.
Las ganas de quedarse sin oídos.
El pasaporte, y Juan.
Juan y aquellas lámparas de Ikea,
baratas, horrorosas.  
Juan y los dientes,
los mordiscos, la fe en la Coca-Cola.
Juan. Mi amigo Juan Mazzoni.
Y mi temor de no saber cuidarlo,
de que Francia me hubiera vuelto huraña.

Nuestro miedo a morir. 



Martha Asunción Alonso