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domingo, 12 de octubre de 2014

VUDÚ




Si ella supiera la dicha

de la tripa en el ladero

de la desbordada fiola

que hace al vidrio

enmudecer.


Si supiera los coros

que me mete en la cabeza

cuando tiende o cuando mira

o va en el metro

y es rebalse

su ojo amohinado.


Si supiera

que si sigue riendo

va a romperme

de tan elástico

el vudú.


Si supiera

lo poco que quepo

en el crisol

cuando son cósmicos

los cabreos.


Si supiera la balsa

de peinada agua

con que me hace

asumir

las inundaciones.


Si supiera

que desde ella

no sé si tengo

flecha

o corazón.


Si supiera

la colección de poleas

que ha puesto

en el levanto.

Si supiera

lo mucho que me ha

ayudado

en la medida

de lo imposible

y el bajo escalón

del ahora

precipicio.


Si supiera la boca

que le miro

y el trasero

que mena

el disturbio

y esa carne

percutor

y ese pelo

pentagrama

donde ha madrugado

la cola

de la música.


Si supiera que con un sólo

puñado de su ira

no importaría

lo grande

que fuera

mi grisgrís.


Si supiera la batería

de mi empeño voltaico

por poderos

contarla

sin nada

exagerar.


Si supiera

que sólo en el hueco

de su pecho rambután

evito yo serme

escaramuza.


Si supiera

que es ella

la poesía

del reveno.


Y si yo supiera

que lo sabe...

qué velís de palabras

y qué asfixiante treno

aguaría el cajón

de la escritura.



Pedro Morillas


sábado, 11 de octubre de 2014

LA SUERTE



Todas las mañanas cuando despierto
experimento un placer supremo:
el de ser Salvador Dalí.

Salvador Dalí



La suerte de llamarme Pedro Morillas,

la suerte del uso del morral

cargando los candelabros

del onanismo.


La suerte de levantarme cada día

y llamarme Pedro Morillas

y no saber con qué fin

usar el espejo

de la maledicencia.


La suerte, la increíble suerte

de experimentar el supremo placer

de llamarme Pedro Morillas,

la suerte de ponerme

frente a mí

totalmente

amartelado.


La suerte de los riegos jaricando

el nombre de mi propia

cosmogonía

teniendo la poesía

la ijada

de su propia

sospecha.


La suerte de asomarme al balcón

siendo Pedro Morillas,

ese hombre que se escala

al tiempo que caen

los chubascos

de su altura.


La suerte de tener

a los amigos contados

con el muñón.


La suerte de no sentirse

nunca

solio.


La suerte de decirse:

“Te quiero

tanto que

te tengo

que matar”.


La suerte de llamarme Pedro Morillas,

ese espantapájaros clavado

para mantenerse

en la distancia

del viento

con su treo.


La suerte de tener una idea fija

que no acaba de torcerse,

la suerte de ser siempre puntual

deshora,

la suerte de ir a todo tren

a través del rabión

donde es líquida la colección

de todos

mis remordimientos.


La suerte de practicarme

cariñosamente

el haraquiri

en la ceremonia

oficial

de mi coloramiento.


La suerte de haber nacido

con una segunda y

última

oportunidad.


La suerte de mi madre

y de mi padre

y de la madre

de la madre

que los banió.


La suerte de llamarme Pedro Morillas

y captarlo todo

con feliz

ametropía.


La suerte de levantarme cada día

Pedro Morillas

y dejar que taladre

el poema

un butrón

en la cóncava

cecidia

del cerebro.


La suerte de ser intolerante

a la astrosa

realidad.


La suerte de creerme un genio

creyéndose genialmente

desgraciado.


La suerte de ser adelantado,

que alguien pare

al caracol.


La suerte de planear conmigo

la conquista

de mi entrega.


La suerte de estar sentado en una silla

sentada en otra silla

y así hasta que todo en mí

es

asentamiento.


La suerte de tirar piedras

contra mi propio

legado

y de considerarme

sin lugar a dudas

el más importante ser

de la histeria

de la humanidad.


Y la suerte,

sobretodo,

de llamarme Pedro Morillas,

ser poseído

por Isel

y no importarme entonces

la suerte,

la repetida

suerte

de mi nombre.



Pedro Morillas


viernes, 10 de octubre de 2014

DE ISEL ME GUSTA



De Isel me gusta el mango que le sale del árbol de la boca,
me gusta el etílico corazón liado en los tamales,
de Isel me gusta la doliente verdad, los arrítmicos jirones,
el eterno manantial de sus ventanas.

De Isel me gusta el tamborilero paso de septiembre,
su ojo verde que se quiere verde, su ojo rojo que se quiere azul,
me gusta su fiesta interminable, su optimismo metafísico,
su creencia hermosa contra todo experimento.

De Isel me gusta el almendro donde duermo a la deriva,
la vida vista sin aumentos, el hocico puesto en el solar,
de Isel me gusta el posado que me deja postrado
cuatro relojes por lo menos. De Isel me gusta el segundero.

De Isel me gusta que consiga que yo sueñe que sueño soñar con ella,
que haya hecho de mi casa una casa soportable,
que no sufra tanto el verano logarítmico,
que quiera ser aún más que el algarrobo.

De Isel me gusta el nombre y decirlo acongojado,
de Isel me gusta el acantilado donde cae de todo menos muerte,
me gusta la simpleza, la cometa agarrada a la coleta
donde giran absolutamente todos los colores.

De Isel me gusta el carruaje de carne con que me atropella,
la longeva lengua de sus mitades, el cuántico zurrón
donde vibra la fruta en su despensa, la cosquilla
de su isla en mi dolor.

De Isel me gusta el aro de su infancia de mandioca,
el patio de sus piernas donde abunda la maseca,
las macetas de tristeza colgando en las pestañas,
el mundo hecho guayaba en sintonía.

De Isel me gusta la alegría.

De Isel me gusto yo.


Pedro Morillas


jueves, 9 de octubre de 2014

ANUNCIOS POETIZADOS



Se alquila poema
bien iluminado,
todo interior.
Ahora asequible
en cómodos plagios.


Pedro,
25 años,
majo, trabajador, esquizofrénico,
busco manía persecutoria
para atraparme los fantasmas.
Gratifico.


Se vende ego
por cese de nervioso,
megalómano, atávico, granoblástico.
Soberbia garantizada.


Estrofa,
4 versos,
pulida, irónica, libre,
haré realidad
todas tus ortografías.
Cobro.


Traspaso paro
por cierre del estorbo,
desesperación en
inmejorables condiciones.
Me urge.


Se alquila poema
prealquilado
todo plagio
porque toda la vida es un muermo
y los muermos, poetas son.


Pedro,
3896 fracasos,
tímido, de mal ver, ojazos,
busco desfibrilador con experiencia.
Pago bien.


Protectora de animales en extinción
busca poetas sin ego y gamusinos
para devolverlos a su hábitat.
Invisibilidad garantizada.


Antología,
23 antologados,
busco generación
a cambio de farándula.
No te arrepentirás.


Se regalan despidos
por parto múltiple empresarial.
Blancos, con pedigrí.
Llama y pregunta por Inem.


Pedro Morillas


miércoles, 8 de octubre de 2014

TOBOGÁN



Mira cómo juegan los niños en el parque,
con qué siniestra desazón desconocen
los envoltorios,
cómo experimentan ya lo decreciente
y se mecen en la aleatoria turbina
de la altura.

Fíjate cómo asumen su jerarquía
maravillosamente equilibrada,
con cuánto ardor recorren la arena
hacia un objetivo indemostrable,
con qué urgencia aporrean
su niñez.

No saben
que juegan en un parque
que juega a la derrota.

Cuando crezcan cambiarán
sus saltos por los tumbos
y verán cómo el ocio
desnutre sus corazas.

Seguirán jugando
en un mundo experto
en decoración.

Mira Isel, mira
cómo juegan
los parques
en los niños.


Pedro Morillas


martes, 7 de octubre de 2014

QUISIERA VOLVER A TENER TRES AÑOS



Quisiera volver a tener tres años
para no ser consciente de nada,
para abrazarme a mi madre
hasta quedarme sin tiempo.

Quisiera volver a tener tres años
para que me golpee la vida con su mesa,
para que me golpee la vida con su silla,
para que me golpee el capricho negado
y llevar tacatá para que la vida no me golpee,
para que no me golpee la vida con su estaca,
para que no me golpee la vida con su traca,
para no explotar por dentro tantas veces.

Quisiera volver a tener tres años
y que todas las piedras estén hechas de caminos
y no encontrarme las rodillas en los cuencos
que no hubieron de darme de comer porque
quisiera volver a tener tres años
y no darme cuenta del abuelo que se ha ido
y no darme cuenta del hombro de la muchacha
que no se da cuenta de que la he dibujado cien veces,
cien veces que no se han dado cuenta
de que quisiera volver a tener tres años
para pintar casas de colores y niños dados de la mano
en lugar de metralletas, en lugar de cuellos
hermosos deseosos de rebanar.

Quisiera volver a tener tres años
para decir agugutata en vez de mierda,
para llorar no poder tener a mi madre en el cartílago,
para llorar no poder tener a mi padre en la uña,
para llorar no poder tener futuro.

Quisiera volver a tener tres años
pero tengo veintiséis
y toda una muerte por delante.

Quisiera volver a tener tres años
para no ser consciente de nada,
para no tener ni las palabras
de la tristeza.



Pedro Morillas


lunes, 6 de octubre de 2014

POR ALGUNA RAZÓN




Por alguna razón
el meandro está cubierto de mamparas
y es posible la alegría al calendario.


Por alguna razón
el candelabro que me quema la cabeza
ha puesto ratoneras contra la química
serotonínica del descalabro.


Y, en cierto modo,
lo prefiero a sonreír.


Por alguna razón
la tristeza salta tres iglesias
mientras mayo se empeña
en que todavía haya flores
que quemar.


Por alguna razón
soy un asesino en serie:
aritmético homicidio de ti.


Por alguna razón
salivo alevosía.


Y, en cierto modo
es hermoso
rumiar el metacarpo.


Por alguna razón
razonamos la nostalgia,
racionamos los racimos
y amenazamos los rizos
del rinoceronte.


Por alguna razón
metástasis de ti
me invade el cuerpo.


Por alguna razón
muero
por alguna razón.



Pedro Morillas


domingo, 5 de octubre de 2014