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lunes, 28 de abril de 2008

Carpe Noctem

CARPE NOCTEM de Ana Muñoz





Carpe noctem, dicen.
Y ellas hacen la vendimia y venden sus pezones como uvas. Y las lunas se les clavan en sus ojos de esquirlas y lamen la sangre que cae de sus anhelos tan
l e n t a m e n t e.
Quien juega con fuego, dicen.
Y a ellas no les importa quemarse saltando una tras otra hoguera.
Saben que la mujer es de noche y el hombre es de día.
Saben que la mujer es húmeda y fría y que se hacen espuma de mar sus deseos.
Saben que no son brujas y por eso enseñan todo el polvo que guardan en sus camas y esconden escobas. Escobas que hacen volar, dicen. Escobas que son pelos de coño muy rizados, como pasados por fuego.
Os cortaremos las alas, dicen.
Y ellas ríen con su cuerpo vendido. Porque son ángeles del diablo, cuerpo vendido y alma vendida. Epístolas de sello rojo.
Y vuelan con el pecado de la lujuria y una virtud de luna creciente.
Y ellas vuelan y vuelan, las prostitutas del hambre, con el deseo entre las piernas y una promesa de dormir siempre sucias. Y vuelan. Y hacen la vendimia de sus pechos y escancian el vino como fruta madura que también es pecado y toda la espuma de su sangre derramada. Y mar. Porque es de noche. Y sólo de día, carpe diem, los hombres secos y calientes como los desiertos que atraviesa la mente serán capaces de cortarles las alas o fundírselas en un gemido, como hiciera Ícaro.
Los hombres son sólo hombres. Y desde el templo de Apolo las prostitutas del hambre les ofrecen sus alas para la noche, sólo para la noche.