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domingo, 14 de julio de 2013
Otro Abril
Otro Abril, y ya son demasiados.
Cuando recuerdo de antes,
mis ganas por llegar a Mayo,
por crecer deprisa y deprisa...,
y ahora Junio he alcanzado.
Y esto..., !Oh locura! esto no se detiene,
pues la semana que viene
con Julio me levanto.
!Oh espanto que me acuchilla!
Si nuevamente estoy en Agosto
para almorzar con Septiembre,
mientras Octubre me saluda
y sin quererlo, llega Noviembre.
Y otro más, otro a mis espaldas
ya cansadas.
¿Quién sabe, si conoceré Diciembre?
Si volveré a sentir frío en Enero
O si será Febrero quien me despierte.
Pero si he de elegir,
prefiero irme en Marzo con sus flores...
Nuevamente Abril..., Abril nuevamente.
y esto !Oh locura!, esto, no se detiene.
Amando Lacueva
sábado, 13 de julio de 2013
¿Quién es el hombre del espejo?
El instante del recuerdo perdido,
arrastrado por la corriente de antaño,
arranca un quejido en el pecho cubierto de años,
desde la soledad del cuarto del olvido.
Momentos borrados de la mente vieja,
entre las aguas que bañan el vegetal caído,
ser herido por la memoria que se queja,
de tantas historias que luchan sin sentido,
en la cabeza de la mirada ausente,
perdida sin reconocer en su mente,
a la madre y al hijo querido.
¿Y entonces,… qué nos queda?
Hombres sin recuerdos frente al cristal del miedo,
¿Quién es ese viejo del reflejo?
¿Quién a su vera sonríe entre lágrimas de porcelana?
¿Qué olvidaré mañana? ¿Quién soy, Dios mío?
Amando Lacueva
viernes, 12 de julio de 2013
Flor marchita en primavera
Luz tenue en el salón del olvido,
o flor marchita en la primavera.
Lluvia que baldea el polvo del camino,
o viento que silba en el desierto.
Solo desconcierto siento por:
¿Qué seré mañana?
Cayado de roble entre mis manos,
en el banco a la sombra de la encina,
frente al parque de la algarabía.
Soledad, soledad infinita que me abraza.
Y en el horizonte de la esperanza,
nada que esperar, quizás:
el paso rancio de lo minutos,
o el tormento de la nostalgia.
Recuerdos, solo soy recuerdos.
Frágil llama entre la oscuridad,
o gota salobre en la mar.
!La mar! Qué débil me siento
ante el gigante del miedo.
!Tic, Tac!!, con el cayado de roble en mis manos
en el banco, a la sombra de la encina
donde impera la incertidumbre
donde nadie tiene la respuesta.
¿Qué fue primero?
ignorancia o miedo,...
flor, flor marchita en primavera.
en el banco a la sombra de la encina,
frente al parque de la algarabía.
Soledad, soledad infinita que me abraza.
Y en el horizonte de la esperanza,
nada que esperar, quizás:
el paso rancio de lo minutos,
o el tormento de la nostalgia.
Recuerdos, solo soy recuerdos.
Frágil llama entre la oscuridad,
o gota salobre en la mar.
!La mar! Qué débil me siento
ante el gigante del miedo.
!Tic, Tac!!, con el cayado de roble en mis manos
en el banco, a la sombra de la encina
donde impera la incertidumbre
donde nadie tiene la respuesta.
¿Qué fue primero?
ignorancia o miedo,...
flor, flor marchita en primavera.
Amando Lacueva
jueves, 11 de julio de 2013
Como el agua y el rocío
Como el agua y el rocío.
Sentado en el relente del viento.
Sabor de amanecer gris.
Gotas de lluvia,
ante el cristal del silencio.
Aliento que brota y araña
el tiempo de espera.
Morir y morir.
En el otoño.
En un sufrir lento.
Caiga el rayo sin espera,
Y como la amapola en abril
Deja ya que muera.
Amando Lacueva
miércoles, 10 de julio de 2013
Padre
Es el de la azada a la espalda doblada,
ya en tiempos del siglo añejo.
Moquero anudado en la calva cana,
y grueso pantalón de pana, pana,
que remata con alpargatas de esparto,
harto de la faja bajo el chaleco viejo que encubre:
cicatrices de mil días de pan y agua.
Es el de las muletas de madera rota,
el que se quita el pan de la boca.
El de los logros, el de los duros fracasos,
el de la boina y el del hambre en la guerra,
cuando la hoz siega en el desierto,
y el botijo seco se quiebra.
El que brinca al carro y azuza la mula,
el que emula bajo el retumbo de los truenos,
al ángel que guardaba mis infantiles sueños.
El de las manos rugosas y piel ajada,
por los soles abrasadores del estío,
por el frío tardío que hiela sus llantos.
El que sonríe a la luz de la alborada,
y despide con el dorso el ocaso.
El enjuto hombre que lleva el luto,
entre los apretados dientes de la vida.
El que respira entre sollozos
y dice a los suyos que en los ojos,
una mota de polvo se le ha enredado.
Es el valiente que perdió la infancia
en la soledad de la sierra,
el que picó la piedra de los muros de su casa.
A quien conducen sobre anchos hombros,
en la caja que luego se quema.
Es el de las cenizas que arrastra el viento,
es el del aliento que mi pecho lleva.
Amando Lacueva
martes, 9 de julio de 2013
Héroe sin nombre
¡Resiste!
Como la roca dura
frente a la fuerza del agua,
que se aferra y perdura,
impasible y antigua,
… quizás por nada.
¡Aguanta!
Con los dientes apretados,
el envite de mil desalientos
que decapitan voluntades,
y siegan momentos,
… tal vez, errados
¡Soporta!
El látigo de reveses desbocados
en los amaneceres tempranos,
y levántate con el poder
que te conceden tus manos.
Tesón y empeño,
heredad de valientes hecha sueño
… ancestros heroicos y olvidados
¡Encaja!
Infortunios dolientes
que inundan crecientes
la angostura del cuerpo.
De sueños ya quebrados
en hombres esforzados
… por sobrevivir
¡Sufre!
Aliento de vida
hedor de muerte.
Lucha por tu suerte
Gana la partida
… !pecho de hombre!
Héroe sin nombre
Como la roca dura
frente a la fuerza del agua,
que se aferra y perdura,
impasible y antigua,
… quizás por nada.
¡Aguanta!
Con los dientes apretados,
el envite de mil desalientos
que decapitan voluntades,
y siegan momentos,
… tal vez, errados
¡Soporta!
El látigo de reveses desbocados
en los amaneceres tempranos,
y levántate con el poder
que te conceden tus manos.
Tesón y empeño,
heredad de valientes hecha sueño
… ancestros heroicos y olvidados
¡Encaja!
Infortunios dolientes
que inundan crecientes
la angostura del cuerpo.
De sueños ya quebrados
en hombres esforzados
… por sobrevivir
¡Sufre!
Aliento de vida
hedor de muerte.
Lucha por tu suerte
Gana la partida
… !pecho de hombre!
Héroe sin nombre
Amando Lacueva
lunes, 8 de julio de 2013
Valiente
Nunca conocí valientes,
solo hombres corrientes.
Hombres que morían en la noche
degollados por el silencio,
en la soledad de su mundo.
Guerreros que luchan heridos,
conducidos por el miedo,
ante la batalla de su vida.
Heridas, cicatrices, tormentos,
lamentos del niño no enterrado
que alumbra mil alientos...
de hombres desesperados.
Nunca conocí valientes,
solo hombres corrientes,
Amando Lacueva
domingo, 7 de julio de 2013
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