Inma Luna
Alguna consecuencia
nos traerá este amorrarse,
algún embarazoso ritual de siniestro.
No estamos tan cubiertos
para que no nos lleve
la noche hasta la cueva más oscura.
Se me agotan los músculos del brazo
corrigiendo la inclinación del eje
para que no caigamos de esta bola del mundo,
para que no nos escurramos
como baba.
Inma Luna
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domingo, 22 de enero de 2012
sábado, 21 de enero de 2012
Lo quebradizo
Desde aquí fuera no se ve.
No se ve nada.
Nada se sabe de la fragilidad
de cada uno de los pasos.
Tenemos esta vida confiada
con la que nos dejamos madrugar
y salir a la gente, confundirnos con ella.
Advertirnos felices, efectivos y ciertos
en el rectángulo inmune de una casa,
en las cuatro paredes de un trabajo,
en los refuerzos laterales del coche, la familia
y el número de la seguridad social.
No se ve nada desde fuera,
todo acontece permanente y eterno
tenemos el resguardo invulnerable,
la fe de vida.
Nada se sabe del crujido
de la ramita que,
ya,
se parte debajo de los pies.
Inma Luna
viernes, 20 de enero de 2012
Insípida sopa de letras
En las plantas de los pies, decepcionadas,
o en el centro del hueso de la rótula.
Puede que estén en los ovarios, inflamándolos,
cortándome la digestión entre los intestinos y el estómago
por falta de emancipación, de arrojo.
Tal vez se hayan quedado en la garganta
meciendo mi estulticia colgadas de la campanilla,
creciendo como un absceso,
como una manifestación de pudrimiento.
Hay algo orgánico
en esta invalidez
que no suelta palabras
como forma de alivio.
Inma Luna
jueves, 19 de enero de 2012
Pre tendida alegría
Cuando siento el camino de hormigas
atravesarme el cuello
dando cuenta de lo breve de todo
me reafirmo en la voluntad obstinada
de reír sobre las cosas.
Lo digo porque, a veces,
noto que ascienden amagos de tristeza,
brotes que asustan porque se presienten fabulosos
y no quiero ni resguardarme a su fresca sombra,
aunque sería tan dulce,
a ratos, el dejarse llevar.
Soy muy dura con esto,
por eso algunos días, como hoy,
cuando me sacan sangre,
el líquido fluye rosado y tibio,
sin negrura, sin grumos,
como si nada me doliese.
Inma Luna
miércoles, 18 de enero de 2012
La atracción de los jardines secretos
Acerco el ojo al ojo.
Siempre.
Busco el jardín.
Lo noto como un abrazo de lianas.
Es el paisaje que no debo mirar.
Ése que me dijeron que nunca hay al otro lado.
No saquemos textos -me advierten-,
no hablemos de lo que no es nítido y guapo,
obviemos lo que no queda lucido en la fotografía del recuerdo.
No digas nada de tu tripa abultada,
del portazo,
de ese caparazón con el que conseguimos evitar
que te asomara el cuerpo magullado.
Tapasteis los ojos al jardín
con pegotes de plastilina masticada,
con telas percudidas de vuestros propios vértigos
y no pude ver nada en años de curiosidad punzante.
Acerco el ojo al ojo y busco.
Siempre.
La humedad que espera,
el frescor sombrío,
el agua en la boca.
Me asomo a los secretos que me habéis usurpado.
Los engullo.
Inma Luna
martes, 17 de enero de 2012
Carne viva es lo que tengo
Te tengo que advertir que algo va para allá,
que abro con ansiedad la grieta del buzón
y meto ahí mi pecho
me hago sangre y te envío todo esto,
así vaya pudiendo,
a fuerza de las cosas que se resquebrajan.
Quién dijo que fuera fácil aspirar a ser de tal forma.
Yo lo que quiero es darlo todo ahora que lo veo
ahora, a pesar de los humos, los vapores,
el flujo contaminante de haber acumulado cosas en un montón gigante,
de tener que trizar los restos e intentar que no se metan esquirlas en los ojos.
En la casa desamueblada que vas a ver muy pronto,
me siento en la escalera
y me muestro al completo de forma inevitable.
Abro la grieta del buzón,
te envío las miradas más turbias
las que viste brillar en aquel punto del fin del mundo.
Ahí van las rozaduras,
el trayecto más triste del hotel al lugar en el que ya no vivo,
te llegará el deseo como un trozo de carne y vida,
un grito entero.
Estoy, en serio, estoy,
envuelta en circunstancias,
pero voy para allá, hasta tu puerta,
voy con el corazón entre los dientes.
Inma Luna
lunes, 16 de enero de 2012
Con una inquietud que levanta la tapa de las alcantarillas
No sé jugar a nada.
Ahora parece que la niebla
cumple su compromiso de forrarme las manos.
Es lo que tiene ir de avispada,
perderse en casas grandes,
imaginarse entera desde el principio.
Me hablan de mi vida
quienes la desconocen
y admiran lo lustrosas que dejé las ventanas.
Pero todo retumba todavía
como retumba el eco de mi mínima gracia
en un montón de trapos que nunca sacudí.
Me rebana el aliento
admitir episodios
en los que fui un burro caminando derecho
obviando precipicios y montones de mierda a cada lado.
Y sigo sin saber
si en tanta incertidumbre queda algo de mí,
si ahora me miro fijamente
y puedo abrirme en dos sin malolerme,
si es verdad que encontré todo el paisaje
que habitaba en mis venas
o hay que seguir cortando.
Tengo frío porque gotea el grifo de la ducha,
porque no es fácil estar sola,
porque no lloro nunca
y duermo a trompicones.
Tengo miedo porque me toca hablar conmigo
y la conversación es delicada y tensa.
Ahora no tengo la palabra tan fácil,
me cuesta sonsacarme.
Quiero saber antes que nada
dónde coño viví todo este tiempo.
Inma Luna
domingo, 15 de enero de 2012
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