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domingo, 14 de mayo de 2017

SABE LA NOCHE VI





Si tú supieras el perfume que destila este vacío, si comprendieras la materia de esta nada

que me envuelve, si tuvieras estas ganas rojas que yo tengo de mirar al mar

tan ampliamente, si precipitaras tus pasos, si recorrieras conmigo el Valle de la luna,

si transitaras a ciegas esta bruma que libera,



de ser tú, simiente de mis versos, pulsando sobre la sombra de los ecos que reverberan



ya no quedaría un mundo por hacer.



Olvidarías el dolor de las manos quemadas por la vergüenza de la cal. Las horas

de tu tiempo se asomarían eternas, consteladas, como esta noche que ha nacido

para registrar el pulso del viento.



La noche se ocupa de despertar memorias no nacidas, flotan en el limbo del inocente,

enseña a bailar contra el abismo, riega la espalda de lavanda, afloja el dolor, unge los pies,

envía un tumulto de flores que se precipitan donde yaces,



derrama versos sobre tu cabeza y te ama:

como mis ojos a tu mirada, mis piernas a tus pasos, como quererte y quemar el lecho.



¡Noche mía! Tú que sabes guardar secretos viejos, lavas la culpa que aprisiona,

perdonas los errores, olvidas las afrentas, acabas por comprender la muerte en vida

de los sueños, recuerdas que los pasos que se quiebran en el templo del azar

pueden volverse niebla y clarear en la mañana.



Nuestra noche ama a los cuerpos que transpiran, escucha gruñidos de amantes

y risas entre olas de espigas que extienden mares eternos.



La noche que nos ama discurre entre las sábanas que se hacen amplias

como ese mar de Salvador de Bahía.



Teresa Ramos Rabasa




sábado, 13 de mayo de 2017

SABE LA NOCHE I




“Yo he aprendido en la noche el silencio de

ser. El silencio de no ser no se aprende.

Pero los dos se nombran en la noche”.

Roberto Juarroz



Es difícil navegar por mundos posibles que no van a misa en domingo,

cuando las puertas de la casa no se cierran en la noche

y los limones de las horas muertas me han llevado a cruzar la frontera

y quisiera amamantar a los hijos que no tengo.



Cuando sé que te ríes de toda sombra y te alumbras de un deseo que te abrasa en mi

ausencia, vivo como extranjera, emigrada de tu piel y avanzo entre horas que se mueren

de hambre.



Si a pesar de todo, las tardes avanzan igual y las noches caen sobre mí como vino añejo

que celebra en mis caderas toda vida.

Confieso que me posee indiscreto un baile que nunca para y que danza tan solo

con los ácaros y mi sombra, en este universo cobarde de todo viento olvidado.



Cuando sé que sabes que soy tuya y que tengo sin quererlo vocación de mariposa,

y así con este cuerpo, sigo por seguir danzando, pongo la música

y pongo en mis labios las fresas.



Danzo hasta caer rendida, entre mares de ácaros ocupas que campean por la estancia.

Ellos me han visto ruborizarme al recordar, me han visto sentirme hermosa,

hacerme agua entre tus manos, sobrevenir a tanta ausencia de pétalos.

Ellos me miran de frente y yo, que jamás los veo,

ingenua y esperanzada, ante ellos sigo mostrándome.



Teresa Ramos Rabasa




viernes, 12 de mayo de 2017

GIRÁNDULA VIII




Quedan diez minutos para coger el autobús,

diez minutos para llegar a tu casa,

abalanzarme sobre ti,

para una lluvia de estrellas,

para que se estrelle un meteorito,

firmar un convenio,

para un disparo,

para la boda,

firmar el divorcio,

diez minutos

para subir al escenario,

para comprar, estrenar,

dejar de estar sola,

diez minutos para morir,

acabar una tesis,

empezar un prólogo,

para que nazca un niño,

escribir un poema,

para la migración de la mariposa,

completar la hora de tu sueño,

seguir respirando,

sentir el sol irisar esta noche.

Para subirme a un árbol,

diez minutos para saltar.



Teresa Ramos Rabasa



jueves, 11 de mayo de 2017

GIRÁNDULA VII





Tiempo de uvas que nace inesperado,

diccionario de razones que sienta cátedra sin pies,

catedral sin santos repleta de peregrinos ateos.



Alud de panteras que llega a la bahía, una peluquería

que solo peina maniquíes de plástico.

Un aula de enseñanza primaria repleta de niños autistas,

unos padres ausentes, un anciano que hoy pretende partir.



Muertos en accidentes en la carretera cada fin de semana

y una madre que no asiste al funeral porque se desvanece.

La región ardiendo y los hinchas encerrados en el salón,

cerradas las ventanas para que no llegue el olor a quemado,

para no sentir peligro, para no sentir.



No soy el ruido, aunque él me habita con la música interna

de mis vísceras, su maquinaria y el bombeo del órgano rojo

que me pulsa.



No soy el ritmo de un poema aunque me arranque del asiento

con sus sílabas en danza, no soy joven ni vieja, no soy tierra

y vivo en una casa de cartón.



No soy el ojo de dios, ni el vórtice de un huracán.

No soy tuya, ni siquiera de mi padre y de mi madre,

no soy tu hermana, ni tu mujer, tampoco soy tu musa.



No soy rubia, rusa, rabiosa, rimbombante, radiante, nórdica,

novia, nadie, nubia, no soy neandertal.

No soy tú, no soy yo, ni estúpida, ni ignorante, ni crisálida, ni razón.



No soy lo que buscas, ni quien lo busca, ni pensamiento, ni cuerpo.

Ni los pechos inasibles, el meteorito, el abismo, el hábito o el monje.

No soy el amor, la serpiente, la salvación, la savia.

Ni lo bueno o lo malo, la belleza o la fealdad.



Soy un oído que escucha sigiloso el sonido de tus pasos.

Soy materia que corre hacia un abismo de luz.

Acaso solo sea un poco de agua.



Teresa Ramos Rabasa



miércoles, 10 de mayo de 2017

GIRÁNDULA III






Me abrigo de tu invierno

hoy desmembrada de ti.

Me convertías insolente

en personaje de novela,

ocultabas a los otros que fui ayer

de manera inesperada y frágil

la nueva trama de tu vida.

Secreto para ti mismo.



Nieva sobre tu guion.

Miro a la nieve tras mi ventana

que sólo sabe caer e inundar

suave y húmeda, bella y fría.




Teresa Ramos Rabasa




martes, 9 de mayo de 2017

La memoria de las flores II





“Bajo el cristal las flores olvidan

que la luz del sol existe,

y cómo temblaban bajo el rocío”

K. Kavafis



La memoria busca ser borrada para ahuyentar el dolor de los cachorros

alejados de las calles y sus risas. Pequeños que expulsaron al frío

más helado del exilio, adolescentes que empuñaron fusiles,

niñas que supieron cantar y amar hasta morir.



¡GENTES!



Escucho un sonido

de mandíbulas que baten;

son niños que se mueren de frío en primavera.



Saben que la escuela es paraíso de otros niños.



Existen niños que llevan balas en la boca,

emiten vocablos que hieren.



Tan desatendidos:

los de matar, los de acabar muriendo.



Teresa Ramos Rabasa




lunes, 8 de mayo de 2017

La memoria de las flores I





“Aquel de los muertos

al que le permitas acercarse a la sangre

ése te dirá algo veraz”.

Homero





La memoria tiene lagunas, olvida caras, nombres

y algunos rostros de la infancia y su óxido.



Es de limbo uterino y azul de agua.



Tu memoria es desconocida para mí y las venas

que le irrigan.



Es un continente y sus lluvias. Habita en lugares

secretamente insidiosos, inconfesables. A veces le sale el sol

de media noche y regala flores al futuro.



La memoria también guarda olores, campos de heno y lluvia,

los veranos y sus frutas. El olvido de la calle del orfanato

y la luz del afán desesperado que se mece en el agua.



La memoria nos pertenece y grita el espanto del vacío,

se hace manantial en la tarde seca y de sueños de hambre,

llena las manos rotas en las cimas con sus flores.



La memoria clarea los caminos de pueblos sucios de traición,

recupera los huesos del tiempo por venir y sus argumentos.

La memoria no es roja, ni es azul, solea estirpes y libera.



Teresa Ramos Rabasa



domingo, 7 de mayo de 2017