Mostrando entradas con la etiqueta Octavio Fernández Zotes. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Octavio Fernández Zotes. Mostrar todas las entradas

domingo, 30 de noviembre de 2014

A Unai y a Paule




Hay días de lágrimas alegres.

Hoy se ha obrado el milagro de la carne rosa

y hay murmullos de arcángeles en todas las estancias.


Mi hija tiene dos almas y le ha salido un nido

en forma de regazo.

Su mano se ha hecho cóncava y se acopla

a la convexidad rosada de su fruto.


La vida persevera y alguien pide su estrella.

Un brote de mis brotes ha tomado el testigo

para portar la antorcha a través de mi pálpito...


Hay una sangre nueva que se convierte en leche.



Octavio Fernández Zotes.


sábado, 29 de noviembre de 2014

Espérame donde fluye la acequia de la noria





Espérame donde fluye la acequia de la noria,

allí, donde el agua va redimiendo los surcos desmayados;

espérame en los lentos canjilones,

-cántaros de vida espejeando-,

espérame en las noches deslunadas,

cuando, desnudo, vague sediento en médulas vacías.

Espérame cuando tiemble el ápice del alma

al borde del precipicio absurdo de la nada.

Espérame en las luces encendidas, en las tardes apagadas;

espérame, si me pierdo en las distancias de las horas

arrancadas, en las días disecados.

Espérame en los muebles desudados,

en el viejo almacén de nuestros días,

en el dédalo de la noche y las arañas.


Se está labrado el huerto de los sueños decaídos

por si vienes conmigo y volvemos a sembrarlos.



Octavio Fernández Zotes






viernes, 28 de noviembre de 2014

Hoy, que el viento ha limpiado la mañana





Hoy, que el viento ha limpiado la mañana

y está la mente y la niebla trasparente,

paseas por el predio que siempre fue tu orilla.

Y el cerro, que antaño fue montaña; montaña

que obturaba el horizonte y sólo toleraba el paso

del arroyo, que tú llamabas río; un río

hacia un lejano mar del que nada sabías.

(Aún no sabías

que su acomodo era la muerte).


Las aves volaban altas en formación de flecha

y marcaban un destino, anónimo o sublime.

Hoy, que vuelves aquí sin resolverte,

tus preguntas se pierden en el éter.

Pero ¿qué queda aquí de lo que ha tiempo,

sobresaltó tu afán, iluminó tu sueño?


Dejabas lamer tu cuerpo

al frío de las aguas de un Duerna refulgente,

bruñendo tu piel con las esencias del Pan griego,

secando tu piel desnuda al sol, transida

de deseos, sobre el verde lujuriante la hierba.

Lejos, de la ciudad, llegaban ecos

que evitabas y mirabas a las gentes desde lejos.

Tan lejanos, ay, como ellos impasibles.

Y te ibas lento, indiferente, con el rostro postrado,

como el desmayo de los sauces.

Como un Adán que nace y no se orienta.



 Octavio Fernández Zotes





jueves, 27 de noviembre de 2014

Ergo sum




Vengo de más allá de las fronteras,

buscando primaveras diferentes;

escuché sin reparo los cantos de sirena

con la ebriedad del sabor a tierra nueva.


No voy a parte alguna;

ya sé que no me espera nadie,

pero quiero apurar la prórroga hasta el límite

rompiendo aduanas y horizontes.


Si yo tuviera algo que decir, lo contaría ahora,

en este domingo frío del invierno,

mas, presiento que ya todo esta dicho,

que busco palabras diferentes

para decir lo mismo.


El día está cansado

y yo mismo

sigo mirando con los ojos glaucos

la idéntica procesión de lo monótono,

la inútil adoración a lo caduco.


Y mientras esto digo

llama un hombre a mi puerta y me pregunta

si sé que hay una guerra;

si sé que hay hombres y niños escondidos

en la trastienda de la historia.


Y me sorprendo repitiendo

la eterna cantinela de mis penas;

mirando absorto hacia el reloj parado,

pensando que soy sólo yo quien va conmigo.



Octavio Fernández Zotes


miércoles, 26 de noviembre de 2014

Anónimo viajero





Anónimo viajero que escucharas

sonidos leves de invierno en esta tarde:

no te pares.

Es el rumor de la nieve cuando cae

sobre este enclave cruzado de caminos:

dos chopos, cuatro pinos y una flores

rebeldes ante el frío del invierno.


Dentro del alma se consumen

las últimas palabras, la imágenes

brillantes como brasas;

retóricas metáforas que arden

y sólo dejan un silente polvo gris

de tedio y calma..


Así, el espíritu se llena

de nebulosa pátina, de pasos desteñidos

que sólo ahora esperan

un término seguro a este viaje espiral.


Espirales de humo en las pisadas

donde se funden ya:

las flores del invierno,

los chopos deshojados,

los pinos temblorosos

y las ánimas que vagan inconexas

en busca de destino.


Hay un rumor de nieve en cada pausa.


 Octavio Fernández Zotes


martes, 25 de noviembre de 2014

Lánguida la tarde sorbida en trago largo




Lánguida la tarde sorbida en trago largo.

Corre un viento-látigo que va azotando al tiempo

y el tiempo se disuelve, se vuelve evanescente.

Como una historia en sepia que pierde sus matices.

Atmósfera indolente y un miedo subrepticio

envuelven los fantasmas que tornan del destello.

Y todo ha sido un tránsito del que tan sólo quedan

retazos de memoria fundidas al olvido.

Y al fin, ¿qué es esto? Memorias del olvido,

momentos pasajeros carentes de consciencia.

Retazos de esperanzas diluidas.


Ahora toca el retorno y sólo resta,

en el fondo del vaso,…poso y hielo.



 Octavio Fernández Zotes


lunes, 24 de noviembre de 2014

Desflorando la rosa de los tiempos




Desflorando la rosa de los tiempos,

el antes y el después son imprecisos,

sólo queda rellenar de ardor y miedo antiguo

el efímero peso del relámpago.



Afinar el espíritu a una música

mientras cruza la imagen vaga de algún verso.



Qué importa que el ángulo del arpa

se duerma en el rincón oscuro.



Mañana lloraré, si así conviene, pero ahora

dejadme oír, cara a las sombras,

esa traza de azul que se infiltra entre las prisas.



Octavio Fernández Zotes


domingo, 23 de noviembre de 2014