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domingo, 16 de diciembre de 2012

EL NO CUESTIONAMIENTO






Como no tiene respuestas
sube a jugar al cerebro.
Lleva en su falda las cosas
que cambiará por el cuerpo.
Bajo el naranja estrellado
tira sus piernas al vuelo
y sin a dios dar la espalda
busca su fe por el suelo.

             ....

Dime que no eres posible
y no te pido consejo.

¡Ven, que me cuentan que vienes
y para ti me conservo!
¡Ve, he perdido mi escuela
en la portada de un cuento!

Como no obtiene respuesta hace una cruz con su pelo.

Dice mi madre que tiene
tu compasión un viñedo
con una uva muy alta
en lo más alto de viento.
¿Es para atar de puntillas
todas las lunas a un verso
que sólo cruza la noche
las madrugadas de enero?

Dile a mi padre que sangro
como tu costado izquierdo.

¡Ven, que te traigo una casa
donde cabría mi pueblo!
¡Ve, que mi madre me cuenta
del uno al diez y me acuerdo!

Como no obtiene respuesta cumple diez años sin huesos.

Dice mi padre que duermes
como se duermen los verbos:
con un ojito muy grande
abanicando al pequeño.
¿Saben buscarme las manos
cuando en el alba las pierdo?
¿Saben leerle las líneas
que se le caen por el cielo?

Dile a mi madre que miro
como tu hemisferio izquierdo.

¡Ven, que te traigo lo poco
de la vejez que no tengo!
¡Ve, que mi padre se peina
para comer con los dedos!

Como no obtiene respuesta muestra desnuda un complejo.

Dice mi hermano que silvas
hasta olvidar el infierno,
de tumba en tumba tus dientes
amoratando su aliento.
¿Puede la voz masticar
con tus encías el eco,
el mal caído y sin hijos
tan hacia siempre y perplejo?

Dile a mi hermana que callo
porque aprendí del silencio.

¡Ven que te traigo un columpio
para cumplir tu deseo!
¡Ve, que mi hermano se vuela
siempre a principios de invierno!

Como no obtiene respuesta muerde las uñas a un sueño.

Dice mi hermana que cantas
cuando recibes a un muerto,
de monte a monte la lengua
hasta que da con el techo.
¿Guardas sus últimas lágrimas
y asfixias contra tu pecho
hasta que pierden la voz
entre las mamas del tiempo?

Dile a mi hermano que visto
como tú vas a un entierro.

¡Ven, que te traigo la arena
donde ha llorado mi abuelo!
¡Ve, que mi hermana se casa
con la raíz de un cerezo!

Como no obtiene respuesta pinta de verde un soneto.

Dice mi abuela que vienes
como las madres en duelo,
como te aprendes los labios
que llevarás de paseo.
¿Afilas todas las venas
hasta que te haces su dueño
o les corriges el alma 
sobre la tez de un cordero?

Dile a mi abuelo que floto
como tú subes a un beso.

¡Ven, que te traigo mi vida
sin comprender a qué vengo!
¡Ve, que mi abuela se escurre
por el sudor de un insecto!

Como no obtiene respuesta cede a una estrella su asiento.

Dice mi abuelo que el hombre
no ha de rezarte en exceso
sino leer los domingos
lo que sucede en febrero.
¿No es conveniente que existas?
Yo ya no sé lo que creo.
Es demasiada pregunta 
para mi poco misterio.

Dile a mi abuela que dudo 
porque nací para eso.

¡Ya no preciso que vengas!
¡Ya solita me incinero!
¡Ya no preciso que vayas
a despedirme de ellos!

Como no obtiene respuesta cuelga de dios un perchero.
 
 
 
 
Aarón García Peña
 

 

sábado, 15 de diciembre de 2012

EN EL NOMBRE DEL CIELO







Se precisa vivir.

Se precisa vivir.

Es preciso vivir para estar vivo.

La realidad se viene desangrando 

y con las huellas sucias de haber perdido la paciencia. 

Es hora ya de hacerte ver que no eres nada,

el tiempo ya de que no existas, dios, ni en las caries de los niños;

reconocer que no eres alto cuando olvido en la noche los verbos de tres sílabas;

saber que no gravitas, no almacenas el peso de las flores

ni el parturiento corazón con que educamos la cultura;

saber que no conspiras, 

no levantas la sangre hacia el cerebro,

nada existe hacia ti porque tú nada existes en tu mundo, 

no incluyes mundo, 

no albergas a las heces ni a los barcos,

y nada es tan pequeño para que el mar no se dé cuenta.

Nunca hubo mar.

Nunca hubo mar.

Supimos de la luz cuando te ahogamos.

...

Si tú eres dios la luz es nuestra.

la luz que se incorpora a ver cómo amanece sin su ayuda.

...

Me duele que te claven haciéndote creer que eres posible.

Tuvimos que perder porque soñamos.

Tuvimos que mojar los hospitales, 

empapelar con ángeles la luna 

y hacerte un dormitorio en todas las cabezas.

Y allí, 

al modo en que es el pulso la sola distracción de los homínidos,

al modo en que creer es demostrar nuestra ignorancia, 

nuestra escasez inmensa, 

evolutiva, 

la de todo homo ludens equivocado desde el génesis―,

paré mi corazón por vez primera.

...

Oímos que nacías por los poros cerrados del suicidio del hombre,

llevándote contigo los miedos de las plantas hacia arriba,

llevándote a ti mismo con la vida temblando como un muerto a tu izquierda,

Llevándote, no más, la parte inteligente de las cosas.

La vida es una enorme vaca que levantamos cuando llueve.

¿Cuánta vida hay en ti que sea comestible?

¿Cuánta vida, dime.

¿Por qué he de descalzar los pies en el espacio?

...

Me debo haberte conocido.

Me debo arrepentirme de acunar al aire la caída de tus normas,

subir al cielo hasta que nada importe, 

hasta que la verdad apenas fuese un mero pálpito apartado a la mentira.

Te debo equivocarme como todos los muertos de la historia.

...

Nunca he creído en libertad alguna que calzara tu asfixia, 

tu destrucción anémica surgida al pie de monstruos y manzanas.

Nunca la libertad es suficiente.

El fin de toda célula es enseñar, de modo responsable, sus pies manchados por el alba.

El mar no se merece un pez con los riñones tristes,

no se merece ser violado desde el aire para manipular nuestra conducta.

No te bastaba

con descorchar la destrucción y negar la tutela del oxígeno,

inseminar tu fraude con la sola presencia de la muerte;

tenías que lograr que lo supiéramos.

...

He aplaudido la tierra, diseccionado el aire y los pañuelos 

donde van a llorar de luto en luto las espaldas, 

los nidos subterráneos, 

la miel, 

mi sexo índice.

He llevado a más gente para oler con fuerza.

Te he buscado en la cal de los teatros, 

en las lavanderías acolchadas del viento, 

en el cordón de los recién nacidos bajo la única escalera que atraviesa tu carne.

He sabido mirar bajo todas las nubes para reír junto a las cosas serias.

Pero por más que reparé en mi espíritu y lo llené de aceite,

por más que me acerqué a los asesinos que despegan de ti como un almendro,

apenas sí consigo convencerte

de que no hay fantasma capaz de que me importe.

...

Acaso es tiempo ya de hacerte libre.

Acaso es tiempo ya de ser más cultos y valientes.

Se te oxidó la astucia,

Se te oxidó el espíritu de cuantos tienen frío a los pies de tu cama.

...

Pero te hicimos demasiado hermoso,

un agua distraída para lavar alrededor el pánico;

y tan arriba, tan desde tu exilio, que sólo el comprobarte nos da vértigo.

Dime, ¿cabes fuera del mundo?, ¿cabría una inquietud donde no existe? 

No hay nada parecido a ti en esta larga y comestible, 

en esta larga letanía de estar vivo.
 
 
 
 
Aarón García Peña