Eres paisaje entre la bruma de mis días
Te atisbo en mi mirada
Estás naciendo a mí como nace el sol tras una fría noche de invierno.
Lanzas tus rayos insolentes y todo se descubre a los pies de tu luz de fuego.
Habitas el cielo para mí.
Entre jazmines me allanas el camino a tu esencia.
Y aprietas el paso enredándote por mi cuerpo en verde hiedra.
Acaso una piedra interrumpe mi paso,
tu piel de arena adormecida,
se arremolina en el soplo del viento
y juega a cambiarme el destino como si fuera agua.
Juegas con el día y lo vuelves de colores.
Cáliz de frutos sagrados sirves a mi mesa.
Eres tú, melancolía de otoño, copo dulce de nieve,
alegre primavera y verano de agua fresca.
Ven
Ven hacia mí.
Deja que mis ojos se embelesen.
Que disfrute del perfume de tus flores más de cerca.
Ven.
Y quédate aquí.
No anochezcas jamás sin brindarme las estrellas.
Ana Vivero