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domingo, 3 de abril de 2016

Me vives al lado de la muerte...



Me vives al lado de la muerte, al lado del árbol del olvido, y tu voz es mi sentencia, la que me condena a vagar por el acantilado que nombraste, a esperar allí que vuelvas y me des tu amor entre cascadas, entre lagos inmensos de un coral que bautizaste en la intemperie.

Oh sueño, indagas en mis flores peregrinas, en el maizal que viste mi derrota con espigas de cerezo, un oro que derrama en los rincones un poco de materia, y me das el suspiro del Amado que surge de las entrañas de la tierra.

En el litoral del jade mis ingles se estremecen, en la noche se oculta el miedo y el amor, y la tormenta se cruza con la ausencia.

Mi hombre, las migas del ciempiés en lejanía se abren al regreso, se abren a ese beso que anuncia la unión del horizonte y la orilla de los mares y su alma.

En ti confluyen los afluentes, los que arden en el crepúsculo del río, los que aumentan cuando los olivos florecen aceitunas en el margen del corazón.


Teresa Domingo Català



sábado, 2 de abril de 2016

Septiembre llega a su final entre temblores...



Septiembre llega a su final entre temblores, en las aguas de un río acostumbrado a llevar un cauce sigiloso y un caudal abovedado que se refleja en el estanque del cielo.

Vuelven los días rutinarios, en que la lluvia es una cita puntillosa, en que el amor se vierte en las cucharas y la piel se envuelve en las migas del pan y de la arena.

Llega septiembre a su final con el otoño, y el amarillo nos tiñe la mirada en la soledad del deseo.

Junto a ti hay un bosque silencioso habitado por los ángeles que lavan y se tatúan corazones, y que pisan la senda de los ídolos.

Mi cuerpo es una encrucijada donde se nos unen las huellas, donde los vasos derraman nuestra sangre como un óbolo para la eternidad.

Los dioses escuchan la caricia, el alba que nace del rumor acallado del recuerdo, como si la memoria fuera el origen de lo no vivido y que a la vez nos pertenece.


Teresa Domingo Català






viernes, 1 de abril de 2016

El infierno se inunda hacia el ocaso...



El infierno se inunda hacia el ocaso. Como una serpentina negra, va girando y disolviéndose.

Habrá un día en que Luzbel vuelva a ser un ángel, cuando recupere su belleza y se impregne de dulzura.

Desobedeceré e insumisa, te desnudaré de mal, y bendeciré tu cuerpo con mis labios.

Escribo las memorias de Astarté como si de Afrodisia se tratara, y las palabras me salen como besos que un día te di, entregándote mi desesperación en el mismo vértice que corre sin parar.

Asómbrate de mi hermosura, la que forjaste con cemento y con el mármol de la iniciación, la que después despedazaste para que pudiera componer un rastro con estrellas.

En mi desmesura hay un toque de silencio, un cenit de ángeles que duermen bajo el ojo inescrutable de un Dios que me reveló su nombre y me bendijo.

Como en una trama borrascosa se me pierden las visiones, y el amor es como una masa de azules en la infinitud.


Teresa Domingo Català



jueves, 31 de marzo de 2016

Mi Amado...



Mi Amado, los peces estivales se retiran, se van a las cuevas y a las fosas, con un espolón sobre su frente. Entre las algas se pierden sus omóplatos, y resbalan por el mar, como luceros.

Hay plantas junto a mí que me acreditan, y en la contemplación de la extensión azul del aire, voy con la marea que asciende hasta la volubilidad del cielo.

Arde el agua y en la tierra se oye un grito. La sacerdotisa sangra, y al sangrar, mantiene el fuego que la adora, y alimenta la pira donde será sacrificada.

Hay posos de alquitrán en las antorchas, vestigios lunáticos que acceden al interior del templo, y ante la Dama palpitan su blancura.

Como árboles nacidos en la clandestinidad, se dibujan las nubes que arraigan en la misma lluvia, y que al llover mueren del amor que las preñó de agua.

En los estanques se derrama el verbo, el mismo que fue derrotado por el mal, que se levantó y levantó la piedra que guardaba su vigilia.


Teresa Domingo Català







miércoles, 30 de marzo de 2016

Llegan los sueños...



Llegan los sueños como nenúfares que arden en la intimidad. Son inicios de un amor desesperado, un amor que a sí mismo se concierne, que no duda, y su certeza se ve multiplicada por los astros.

¿Qué hay en la manzana que la alude? ¿Qué linde se me presenta en la piel del deseo? ¿En qué iglesia el rezo de la madrugada se convierte en un mar desnudo?

Hay un telar en el borde del vacío donde se hilan los anhelos. Allí regresa Ulises desde Itaca, allí arriba el barco y se eleva la memoria de las olas, allí se posa la sal, en la añoranza de Circe y de Penélope.

Oh jazmín, hay una luna escarlata entre las piernas del mundo, un leopardo que la lame entre la nieve con una esmeralda en la lengua.

Una península brilla en el istmo. Brilla la arena que le recorre las playas, brilla la espuma que desvanece las raíces del agua y le pone una voz muda, una voz que habla en el silencio poblado de estrellas en los ojos del Cordero.


Teresa Domingo Català



martes, 29 de marzo de 2016

Las cadenas de las grúas rematan el cielo...



Las cadenas de las grúas rematan el cielo, y su azul queda suspendido en el mismo aire donde habita.

Una cremallera me atiende cuando subo al ático: va hacia atrás y hacia adelante, hacia atrás y hacia adelante, hacia atrás y hacia delante y así infinetisimalmente hasta llegar al mismo cierre.

Una apertura en la pared: es una grieta y me iza hasta el techo. En el techo giro como una cucaracha, una cucaracha que se hubiese enamorado de tus rosas, y ennegrecida, palpito girando y girando sin parar en el oscuro tramo por el que desciendo hacia las baldosas del suelo.

El yeso se desprende, y el cemento. Miro cómo se alinean los cobardes, y como el pelotón fulgura frente a mí, con los fusiles preparados y las balas en su sitio. Es así porque el amor a veces se tiñe de escarlata, el escarlata del Carnaval de la muerte, su único disfraz.

Oh mi amor, pagaré mis culpas, y mi mayor culpa, haberme enamorado, haber visto a Dios en tus ojos, porque Él, que es invisible, se muestra en todos los espejos.


Teresa Domingo Català






lunes, 28 de marzo de 2016

Siento el temblor del aire...



Siento el temblor del aire, suspira magnicidios, y sé que me amaste y me has amado.

En las navajas hay un sueño que completa la sedición, y en la tortura de no verte soy capaz de asesinato y de blasfemia.

Camino mi tristeza por la Alhambra, y en sus paredes rojas escribo el pensamiento.

Oh, amor, me arrebataste de tus labios, y como una estela en un mar de nadie lo atravieso con la desesperación del que naufraga.

Entre los pecios, tu sonrisa. Me la devuelve el papel donde me diste tu lágrima, donde apuntaste tu nombre con un lápiz.

Bebo absenta y cruje la penumbra. Abandono la luz para buscar en las rosas tu reflejo. Dormito con el alba y es la noche la que me envuelve entre su oscuridad.

Mi niño, sólo te pido que regreses, que me regreses y me ames, repartir contigo el amor y todo el tiempo que se revela como el ámbar.


Teresa Domingo Català 



domingo, 27 de marzo de 2016