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domingo, 28 de junio de 2015

La bufanda



Olvidaste la bufanda en casa

la que todos los días te devora el cuello, suave,

la que te susurra por las mañanas,

cuando la antesala del frío

sobre la silla está callada, espera,

conserva tu olor, no el de tu perfume,

sino tu olor.

El mismo olor que te nombra

el que me ordena las tinieblas

y los libros en los estantes,

cuando no estás.

El mismo olor que me dicta versos

y obliga a mis dedos a conjurar hechizos

para no perderte.



Francisco Carrascal



sábado, 27 de junio de 2015

La parte fresca de la almohada



Te busco como a la parte fresca de la almohada

al primer sorbo de café

igual que a tu cariño, mi alimento,

déjame que te cuente madrugada,

en el cobijo de un clítoris deshojado

impaciente, húmedo,

entre senos que se adelantan

por piel que espera un zarpazo fiero

bajo lengua que despierta y repta y cubre,

déjame que te cuente madrugada,

que lo haga sin saberlo

y te sienta como luz de lámpara de aceite sedosa y caliente.



Francisco Carrascal,



viernes, 26 de junio de 2015

Olvido III




Un llanto a través

la sonrisa turbia

con los andrajos puestos.

Ya sé que estás aquí

y no deseo tu nombre

ya sé que la muerte sólo es un cóncavo espejo

y tu presencia es yerma

como siempre fue mi cordura.

No sembraré la pena para recuperarte,

si lo hago

solo conseguiré alzar el muro

lo imposible del encuentro.

Ahora

es el momento de arar la piel

para recoger los frutos.



Francisco Carrascal



jueves, 25 de junio de 2015

Olvido I



Deshecha sigue la cama

las sábanas siguen sucias/huelen a nosotros

hasta sobrevive la hondonada de la izquierda

la almohada se acuerda

de tus párpados

sus esquinas

hablan de ti, hablan de mi.

Lugar

donde encontré

un primer alimento.

No quiero que te borres

de sus límites, de su mapa

aunque

me hayas olvidado.



Francisco Carrascal



miércoles, 24 de junio de 2015

Fusilado del 36



Caracoles por la tapia

contra espalda,

proyectil en ira

órbitas.

Miedo en los dedos, en los hombros

en las sienes miedo.

Los segundos enferman, envejecen

pues la sentencia los amamanta.

El invierno se aproxima

mientras las algas adormecen

y el musgo brama a la pólvora

que ahora solo es esquina,

esquina que horada.

Serán mensaje mi bota, sin cordones,

mi peine mellado

la fotografía

en el barro,

mi herrumbrosa navaja.

Mi hijo espera

es la hora de comer

los caracoles por la tapia

y la sangre, la sangre que resbala.



Francisco Carrascal



martes, 23 de junio de 2015

Sobrevive




Al final solo sobrevive la piedra

el vuelo del elanio en el Guadiamar

la huella de un mamífero desconocido en Despeñaperros.

Sobrevive la cueva que construye el viento

en la pared de Cádiz,

el calor donado por el sol en el charco del centro de Córdoba

chocolate en la esquina de Bruselas.

Sobrevive la ropa de colores tendida en los balcones de las calles

más tristes de Lisboa,

el aleteo de la paloma que entra en la pastelería

de Coimbra,

un dolor en Carmona

una caída de ojos con promesa en Madrid.

Sobrevive una media sonrisa disuelta en una tetería de Sevilla

llovizna en Amsterdam

el olor a la sal del aire en el Estrecho

una mañana, muy temprano, en Huelva

un tiempo detenido en Brujas

el sabor perfecto de unos trozos de atún en Tarifa.

Desde lejos sobrevive el azul cobalto del agua de Cabo de Gata

miles de flamencos sobre Doñana.

Al final, solo sobrevive el piélago

y la palabra.



Francisco Carrascal



lunes, 22 de junio de 2015

La tristeza del naranjo



En la tristeza del naranjo

encuentro revueltas las palabras

el amor vírico de las flores

las hiedras esponjosas

el asesinato de los pulgares.

Palabras desde el cántico de medusas

desde los hornos

entre la pesadumbre.

Palabras, versos, estrofas,

poemas y poemarios malditos.

Ahora

comprendo porqué los poetas

solo somos borrachos que decimos, a veces,

cosas interesantes

y siempre, siempre, la verdad.



Francisco Carrascal



domingo, 21 de junio de 2015