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domingo, 2 de marzo de 2014

UNCIÓN




Con el cabello verde atado
la primavera dibuja
una clave de sol
y toca el piano
a dos cuadras del arco iris.

Mirada.
El recuerdo de tu rostro
se desintegra en mi memoria
traidora, frágil.
Se vuelven confusos
los bordes de tus labios
en la geografía de los míos.

Una presencia sombría
se hace cargo
de la dulzura de mi cara
y me llueve frío
el dolor en todo el cuerpo.

Acorde a cuatro manos
la campana que rescata tu silencio.

Es linaje musical
el regreso de tu voz
del otro lado
de la verdad sin huecos.

Explosivo de reminiscencias
que estalla en la cabeza,
en el corazón, en la garganta.
Esquirlas de terrorismo emocional
con las que reescribo
mi historia cada día.

Las palabras que nunca llegaron
a la hoja en blanco
se escapan por la espalda
de la oscuridad
que se estremece de aullidos
entre las insolentes piedras del camino.

Tímido.
Vulnerable.
Infinito.

Mi amor
es esta unción de mieles perfectas
en la piel de esta historia,
tesoro escondido
en tu bolsillo derecho.



Sandra Graciela Gudiño


sábado, 1 de marzo de 2014

IDILIO


Trovadora.
Creo en la bondad del corazón,
en la redención del extraviado,
en la revolución del alma
y en el oficio de la palabra.

Trotamundos.
Conozco la lengua de Éluard,
Todo el amor de Neruda,
un candado en el Pont Des Arts
y el oficio de acariciar con la voz
todo lo que nombro.

Palabrera.
Con la esperanza en el verbo
soy el verbo esperanza.
No le temo a la palabra que dice,
ni a la que calla.
No le temo a la lágrima que sobra,
ni a la que falta.

Idilio con la palabra
que nace en la selva
de mi ombligo,
entraña vegetal,
que rompe uno de sus latidos
entre los latidos de mi corazón
y me somete:
jadeo ininterrumpido
por el relampagueo de imágenes
al borde de las uñas,
revoltijo de trinos detrás del pecho
antes del amanecer.

Poesía,
zurce el hueco de mi esencia
que vaga,
de tiro corto y en zapatillas.



Sandra Graciela Gudiño



viernes, 28 de febrero de 2014

EUFORIA EN PLURAL




Domingo peltre.

La primavera en mi barrio
se llama olvido,
no encuentra las hojas caídas
detrás de la ventana
ni los brotes despertando
al sol de la mañana.

El viento gime gris,
pone el dedo en la llaga del tejado
y naufraga sin saberlo.

Tomo la carretera que lleva al sur.

El día se vuelve noche,
la noche me pega en la cara,
los besos juegan a la rayuela en las veredas
y desde los escaparates
un paisaje de origami
me perfuma la piel.

Euforia en plural.

Poesía en intento de fuga:
cruza la calle,
hurga entre los escombros
de metáforas azules,
rescata un verso rehén de mis plegarias
y dobla la esquina.

Tu poema de amor
se desnuda en mis labios
baja por el perfil de la soledad
sin guantes
te atraviesa la mirada
y en la mirada, llueve.

Grita un silencio
con los ojos cerrados
en el umbral de tu historia,
emerge señorial
desde el relieve de mi tiempo.
Nadie lo escucha.

Foto en sepia en la última estación del amor.

Cuando ya no sea nombre en tu boca
abrazada a las nervaduras de mis huellas,
tu voz interior regurgitará mi canto
y sabré que anidaste en mi alma
para siempre.



Sandra Graciela Gudiño




jueves, 27 de febrero de 2014

FEMENINO SINGULAR




Interrogo con las manos
el polvo de aquel tiempo
encontrado en la memoria,
rumor de trenes
en la estación que guarda el pasado
y sabe lejano
como la palabra nunca.

Recuerdos al remojo
en la copa de un roble
que huele a malbec,
susurro de estrellas
en el mediodía de mi vida.

Destapo el corazón palmo a palmo,
aposento donde retumban
los pasos de antiguos huéspedes.
De los que me nombraron y nombré
sólo quedan gesto sin rostros,
convocan la ternura
y se diluyen, al descuido,
por el pasillo de las soledades rotas.

Grito: ¡Siempre ando de paso,
recuérdenme!

Anonadada en la gracia plena
de un poema recién proclamado
alianzo la confusión
de mi mujer-alada
y su niña buena.

Vuelvo al canto de colores
en las manos,
asoman las bienaventuranzas,
y esta poesía que gime
en femenino singular
sin olvidar a nadie.



Sandra Graciela Gudiño



miércoles, 26 de febrero de 2014

DESNUDA



Descalza.

Cuando el cielo se pinta
los labios de rosa fresco
y la tarde liba trinos
emigrando hacia la noche,
me desnudo.

De vos.
De mi.
De todo.

Liturgia amorosa hecha luna
en la luna del espejo.

En la estación de la piel
el himno del ángel errante
peregrina mi íntima multitud.
La sombra de mi pensamiento
en penumbra se rebela,
grita,
mi nombre cae.

Me desnudo.



Puerta abierta a la morada interior,
rompehielos que abre una brecha
en costra endurecida de prejuicios negros.

Hombros.
Pechos.
El ombligo.
Impúdico goce,
epiloga la última prosa
y flota en el lugar.

Pubis.
Muslos.
Los pies.
Me alzo altiva
frente a mi propio paisaje interior.
Emboscada al paso sigiloso de los días.

Los ojos acarician la lozanía
en su exacta redondez.
Los oídos beben el néctar
de las diosas.
Escucho de las manos
canto de sirena
del yo recién parido.

Me desnudo.

Cuerpo y alma conjugados
en mismo verso de amor.
Del otro lado de la soledad
celebro la vida
en universo de hoy,
donde la piel
es el único Dios posible.


Sandra Graciela Gudiño







martes, 25 de febrero de 2014

FE SANTA




Amanece con voz ronca el día,
las ojeras de la noche anterior
se desperezan,
abren el periódico al descuido.

Encuentro,
una insensatez desordenada,
una palabra que no busco,
tanta ligereza en la mirada del más alto.

Descubro,
una promesa no guardada,
un disparo antagónico en banda
por callejones sombríos,
la soledad ocupando tanta gente.

Me revelo,
escupo un puñado de gritos
en la boca de un mitin callejero
frente a la catedral.

Silencio,
el llanto de una madre
que besa a su niña
en la pancarta de la equidad.

Derramo el alma en los oídos
de una mañana llena de manos
tendidas al sol
en la puerta del semáforo
que lleva al sur.

Cierro los ojos.

Hambre de lluvia entre tanta humedad.
Hambre de justicia entre tanto caos.
Hambre de tanto entre tan poco.

Puños cerrados.
Pies descalzos.
Fuego en rostro de mujer.

Invencible cabecera con el puente cortado
y la palabra "santa"
mordiendo la entrepierna
de la ciudad en primavera.

Fe santa a la Vera de la Cruz.

Desde la taza de café
le desato una promesa,
le riego dulcemente una plegaria
y dejo que la brisa de las ocho
la despeine, sin el sombrero puesto.



Sandra Graciela Gudiño



lunes, 24 de febrero de 2014

47



Surco mi historia.

Descalza.

Sin prisa, ni promesas.

Tengo la vida tatuada por dentro

y la piel astillada en sal.

Soy añoranza

vestida de mí.


Sandra Graciela Gudiño


domingo, 23 de febrero de 2014