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domingo, 14 de noviembre de 2010

sábado, 7 de noviembre de 2009

viernes, 6 de noviembre de 2009

ELLOS VEN LA PUPILA DESANGRARSE DONDE ACABA LA VOZ




Deletreo el reproche del sol en cada tapia
como si quisiera que sus vísceras leyesen en mis
labios
el paso de mil dráculas con muñones de alquitrán,
alfileteando el pubis de las madres que caminan
ciegas,
y acallan las miradas de los hijos sobre el pecho.
Por cada una de las venas navegables,
como un regalo, un holocausto se detiene en mi
espalda,
con el beso ofrecido del abismo
amputándome los miembros, mordiéndome los
ojos
antes de la hoguera, antes de que esa lengua huérfana
cale en el retrato de todos los pulmones macerados
en un charco de leche seca.
Las palabras pueden arder en silencio
mientras arañan la sangre que nos queda,
cuando el terror es un acto de fe, un insulto resistente,
una plegaria infinita en la boca de los niños.
Ellos ven la pupila desangrarse donde acaba la voz,
justo donde el pezón de la noche
espera a que se duerma el mar
para que los muertos crezcan
en el vientre de las casas,
y sean el nuevo sonido de las manos cuando se
juntan
y juntas caven en tierra sonámbula
la última canción de cuna, inaplazable, que nos
nombre.



EPITAFIO
Aquí se separan las sílabas del miedo.
En este último naufragio, se empieza a abrir el agua
y el dolor del barro se hace humano.



Marian Raméntol Serratosa



Premio ex aequo del público en IV Premio poesía de miedo


jueves, 5 de noviembre de 2009

LA CASA DE HUESOS






y acometí hacia la muerte
con la espada



Paul Celan



A los pies del castillo en la región
de Akra sentí miedo a los huesos /
astillas que alumbraron por las noches
la casa de los muertos del escultor
Maráez / miedo a los esqueletos
que viven como ratas en grises
aposentos de la alquimia del arte /
miedo a los verdes rostros de antiguas
calaveras / a nichos donde duermen
las copas sin reflejos de inexistente
plata / a la caja de muerto donde
sueña Álime /miedo también sentí
hacia los instrumentos con dientes
de difuntos y miedo al piano azul
de una mujer del este de Anatolia
que habitaba despacio los cuartos
los salones el jardín con los fémures /
miedo hacia el interior de las ventanas /
miedo a algunas paredes amarillas /
al cortinaje de oro que adornaba
el exterior profundo de la noche /
y al perfume y al polvo de las rubias
cenizas contagiosas de la sombra /
y miedo al contemplar / bajo mi piel /
mi cuerpo detenido en la penumbra
como una casa viva / llena en huesos.




EPITAFIO
No temas a la Muerte: en el fondo
el hombre es un palacio de huesos
que sueña y camina dormido
hacia las oscuras arenas de la noche.


Dolan Mor


Premio ex aequo del público en IV Premio poesía de miedo




miércoles, 4 de noviembre de 2009

¿MIEDO?




De cuando nací hasta hoy
lo mío fue subir, subir
portando las esquilas de babel
contra el miedo, el tormento,
ascender tantas dudas
y transportar ladrillos inservibles, y cocerlos
al pie de las murallas de un nuevo Jericó.
Estuve en muchos sitios
desnudo a toda acción deliberada;
viendo cómo el desorden
acaso sólo era la parranda de un dolor cultivado.
Luego ya, mayorcito, mis ojos casi abiertos
me veían como ancla de un recuerdo.
El hombre era esa luz que se ignora a sí misma,
y comencé a sentir
una angustia asfixiante que emergía del agua.
Vivir no fue un vivir sin olvidar la muerte
y un ladrido de perros agresivos,
cuando te dice adiós
el vaho malherido de las palpitaciones.
Ahora, olvidado por mi ambiciosa ruina
mis vacíos espacios no me sirven.
Incluso mi sonrisa
la pasean los jóvenes.
Esos jóvenes viejos que mutilan mis versos
y confunden las rutas marcadas por mis lágrimas.
Serenamente digo que hoy no conozco el miedo.
En cambio sí lo siento. Miedo sí, mucho miedo
a dejarme la piel en una caja,
a que sea verdad cuanto he negado.
Miedo a la libertad,
a la oscura mirada de un cielo que me asiste,
a mi conciencia,
al amor que fermenta en mis delirios
y no le quitan ojo los relojes de arena mar adentro.
Miedo sí, mucho miedo
a vivir cada día un rato menos
sin escuchar canciones,
ni revisar la infancia
que me habita de nuevo perdida en mi memoria.



EPITAFIO
Mi curiosidad
se llamaba como la tuya.



Miguel Ángel Marín Uriol



Premio ex aequo del público en IV Premio poesía de miedo


martes, 3 de noviembre de 2009

AL OTRO LADO DE LA PUERTA



Hay miedos pequeñitos que nacen en los sustos
y que apenas traspasan la inocente epidermis de la
infancia.
Existen miedos grandes, que se quedan agarrados
para siempre
a esa carne trémula que anuncia el escalofrío.
La vida va borrando algunos de esos miedos. Otros
quedan como latentes, como un magma sereno
esperando el momento de entrar en erupción.
Fue una puerta mi más punzante miedo: la puerta
prohibida de un desván de la casa del pueblo.
La puerta
y el prefacio de su enjuta y lóbrega escalera
y el seboso candil que pendía en el dintel del
primer escalón
y la llave.
Mis hermanos mayores
hablaban a escondidas del desván
mentando extraños trasgos,
etéreos ectoplasmas cargados de cadenas,
y ayes de almas penando que se mezclaban
con el angustioso ulular de los días de viento.
Un día descubrí la llave. Dormía
en una cómoda de madera curada
entre sábanas de hilo y bolas de alcanfor.
Era una llave enorme de hierro bien forjado
y llevaba anudado un borlón de cortina.
Sentí, al verla, junto al dulce pecado de la trasgresión,
el placentero miedo de lo prohibido.
Desde entonces, regresaba a escondidas
y la tocaba, imaginando los seres residentes
al otro lado de la puerta.
El miedo es un imán y, un día,
prendí el candil, subí las escaleras y abrí la puerta.
Sólo fue un leve y lento giro
seguido de un brusco portazo
y un desandar las escaleras
y un candil rebotando en los peldaños
y un aire que faltaba en mis pulmones
y un corazón saliéndose del pecho.
La casa acabó siendo engullida por la sed de un
pantano.
Curada de otros miedos de esa lejana infancia,
aún me queda un rescoldo de miedo cada vez
que, al girar una llave, hay chirrido de goznes
y me encuentro con la oscuridad
al otro lado de una puerta.


EPITAFIO
Esta losa es la puerta que separa
la Vida de la Muerte, pero ignoras
a qué lado se encuentra cada una.




José Javier Alfaro Calvo



Premio ex aequo del público en IV Premio poesía de miedo



lunes, 2 de noviembre de 2009

EL DOLOR DE LA LUZ




En la sombra está su nombre inscrito
como un estigma que a la luz renuncia,
invisible y no obstante poderoso,
latente como el dolor que cada día,
cada día, por simple azar burlamos.
Otro día, al fin, te rendirás
a su esplendor imbatible, a los brillos
de su daga, a la final herida de su filo,
y permanecerás ahí, incrédulo,
creyendo ser un sueño fugaz
lo que no es sino la propia rigidez
de tu nombre desde ese momento
perfilado contra un fulgor inmóvil.
Y ambos serán ya uno para siempre,
ungidos a la memoria de aquellos
que dejas y se irán más despacio
(pero se irán) cediendo al vacío
otro vacío, otra asombrada oquedad
para el relámpago, para otro olvido.


EPITAFIO
Si para morir he merecido la vida,
deseadme mejor muerte.




Manuel Martínez Forega


Premio del jurado IV Premio poesía de miedo



domingo, 1 de noviembre de 2009

Semana de IV Premio Poesía de Miedo










La Presentación y entrega del Premio Poesía de Miedo tuvo lugar el día 31 de octubre en el Albergue Municipal de Zaragoza (C/ Predicadores, 70), en el espacio "La bóveda" con la asistencia del Viceconsejero de Cultura del Gobierno de Aragón, el Presidente de la Asociación Aragonesa de Escritores y la editora Trinidad Ruiz Marcellán, como pórtico de la I sesión que, bajo el lema “Hablando de miedo”, organizó la A.A.E. en torno a la lectura de poemas y relatos cortos de terror.

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