domingo, 31 de enero de 2010

Semana de Alfredo Saldaña




Han pasado los días



(A Rolando Mix, poeta. In memoriam)

Han pasado los días
y no regresan más tus primaveras.
Ya contemplas el mundo desde el fondo
de tus muros abiertos hacia el cielo.

Han pasado los días
y se sosiega la desesperanza.
La luz proporcionada del ocaso
se prende de alfileres en las ruinas
de una ciudad sin límites
donde resuenan tus discretos pasos
grises de niebla y de silencios largos.

Has dicho adiós y basta.

Y sin querer marcharte nos emplazas
en una claridad de tu morada
que compartimos cogidos de tu mano
de poeta sin límites

Mas no caminas solo:
Te acompañan los libres pensamientos
donde cuelgan las huellas de tu paso
silencioso y rebelde.
Contigo vamos miles cantando tus poemas
y nunca sentiremos tus ausencias,
Rolando Mix, poeta,
porque son ya tus versos inmortales
y nos señalan claros el camino...



Miguel Ángel Yusta


sábado, 30 de enero de 2010

Camina lentamente la mañana



Camina lentamente la mañana
bañando los tejados silenciosa
con un sol frío, amarillento y pobre.
Y de nuevo, los metropolitanos
su vida estiran otro día más:
han vencido a la noche.
Las casas abren otra vez sus puertas,
y los hombres cierran los corazones
que tal vez en el lecho derramaron
en un sollozo suplicante y sordo.
Parecen ir, felicidad en mano,
al triunfo colosal – así lo dicen-
o más bien a la sórdida oficina
de verticalidades lacerantes
que cierran cada día su destino.
La ciudad se despierta,
se despereza y grita,
se agita, se conmueve
¡ Y así hasta cuándo, dioses,
dejaréis a los hombres ir muriendo.....!



Miguel Ángel Yusta


viernes, 29 de enero de 2010

El sentimiento




El sentimiento recobrado y vivo
será la fuente eterna;
de un infinito mar de lunas blancas
que iluminen tus sueños por las noches.
Estremecida el alma
aparece clara sobre tus ojos
y los labios susurran palabras deseadas.
Tus manos marcan suaves el instante oferente.
Y entonces
brota pasión inmensa abierta en flor:
silencios perfumados
alientos contenidos
besos con suavidad de terciopelo
la seda de tu piel...
Ya se ha fundido todo
en un instante eterno.

Luego, al amanecer,
tu jardín adorado
se inunda de rocío...


Miguel Ángel Yusta



jueves, 28 de enero de 2010

Eres Ola




(A Rosendo Tello)

Eres ola que estalla luminosa
en espumas de plata perfumada.
Y tu voz encendida, apasionada,
llama que prende libre y jubilosa.

Luna clara de noche silenciosa.
De cada día nuevo, luz dorada.
Vertical esplendor, que oscura nada
llena con el amor que en ti rebosa.

Eres, poeta, un mar sin vendavales
que surcamos en barcas soñadoras
por buscar de tus versos los cristales.

Para alargar en dicha nuestras horas
y llegar a los puertos ideales
donde en tu plenitud, sereno, moras.



Miguel Ángel Yusta



miércoles, 27 de enero de 2010

No dejaba la luna



No dejaba la luna
de recorrer el cielo.
Amaneció otra vez y todavía
yo era tu territorio conquistado.
Dejé mi luz en ti
y oscurecí en silencio.



Miguel Ángel Yusta




martes, 26 de enero de 2010

Puntualmente



Puntualmente recuerdo
cada minuto vivido de tus horas
aunque mi amor se estrelle,
una y mil veces,
en la fría nostalgia de tu ausencia.
Y tristemente tuyo
-de otra forma no puedo
vivir sin tu mirada-
vago por el silencio
sin equipaje alguno,
sin certeza siquiera
de poder ser, sin ti, de otra manera.




Miguel Ángel Yusta



lunes, 25 de enero de 2010

Te encontré




Te encontré una mañana
en mitad de mi vida:
era yo caminante y tú, camino
de viaje a la ilusión y al infinito.
Te encontré en mi mañana
y sonreías
y tus manos jugaban con el aire
como dulces palomas mensajeras
en busca del destino.
Yo sabía que tú eras
el viajero perdido y encontrado
y al ver tu juventud, estremecido,
quise llegar al fondo de tus ojos
para poder decir que te quedaras,
y fueras un instante de mí mismo.




Miguel Ángel Yusta



domingo, 24 de enero de 2010

Semana de Miguel Ángel Yusta



Sé tú mi límite



Tu cuerpo puede
llenar mi vida,
como puede tu risa
volar el muro opaco de la tristeza.

Una sola palabra tuya quiebra
la ciega soledad en mil pedazos.

Si tu acercas tu boca inagotable
hasta la mía, bebo
sin cesar la raíz de mi propia existencia.

Pero tú ignoras cuánto
la cercanía de tu cuerpo
me hace vivir o cuánto
su distancia me aleja de mí mismo
me reduce a la sombra.

Tú estás, ligera y encendida,
como una antorcha ardiente
en la mitad del mundo.

No te alejes jamás:
Los hondos movimientos
de tu naturaleza son
mi sola ley.
Retenme.
Sé tú mi límite.
Y yo la imagen
de mí feliz, que tú me has dado.



J.Á. Valente


sábado, 23 de enero de 2010

Poema



Sentí real el pálpito
de tu oscura impresencia.

Supe que estabas.
Te busqué.
Ardía lento el fuego en los rincones
más secretos del ciego laberinto.


No busqué la salida, la imposible
salida.
Te buscaba.

Manifiéstate,
dije, sintiendo repentino
que ya lo habías hecho en el latido
de lo no manifiesto.



J.Á. Valente


viernes, 22 de enero de 2010

Pero tú, única



Soledad, sí
pero tú nunca.
Ausencia,
pero tú nunca:
inmóvil luz sin término
bajo la luna fría
de la falta de amor.




J.Á. Valente


jueves, 21 de enero de 2010

Oda a la soledad



Ah soledad,
Mi vieja y sola compañera,
Salud.
Escúchame tú ahora
Cuando el amor
Como por negra magia de la mano izquierda
Cayó desde su cielo,
Cada vez más radiante, igual que lluvia
De pájaros quemados, apaleado hasta el quebranto,
y quebrantaron
Al fin todos sus huesos,
Por una diosa adversa y amarilla
Y tú, oh alma,
Considera o medita cuántas veces
Hemos pecado en vano contra nadie
Y una vez más aquí fuimos juzgados,
Una vez más, oh dios, en el banquillo
De la infidelidad y las irreverencias.
Así pues, considera,
Considérate, oh alma,
Para que un día seas perdonada,
Mientras ahora escuchas impasible
O desasida al cabo
De tu mortal miseria
La caída infinita
De la sonata opus
Ciento veintiséis
De Mozart
Que apaga en tan insólita
Suspensión de los tiempos
La sucesiva imagen de tu culpa
Ah soledad,
Mi soledad amiga, lávame,
como a quien nace, en tus aguas australes
y pueda yo encontrarte,
descender de tu mano,
bajar en esta noche,
en esta noche séptuple del llanto,
los mismos siete círculos que guardan
en el centro del aire
tu recinto sellado.



J.Á. Valente


miércoles, 20 de enero de 2010

No me dejes vivir



No me dejes vivir.
Ahógame en lo alto.
Sobre tu cuerpo enfurecido.
No me dejes vivir...

Hay navíos que abaten en el largo descenso
su arboladura amarga.



J.Á. Valente


martes, 19 de enero de 2010

Dedos sobre el tambor




Dedos sobre el tambor, la piel tendida, el aire que se llena de un susurro de huellas dactilares, de comienzos de oír, de oídos o silencios súbitos, plenitud del sonido, el silencio es la pura plenitud del sonido. Acelerada percusión. Los dedos. La llamada del dios. Los dedos solos sobre el puro temblor.

Quería escribir Unter den Linden. Escribir las palabras en el mismo lugar al que designan.
Igual que los graffiti. Decir ante un simbólico público alemán Der Tod ist ein Meister aus Deutschland. Como si yo mismo fuese un campesino de esa tierra. Decirlo con amor y con tristeza. El día dos de noviembre, un día de difuntos, de mil novecientos noventa, ya casi al término del siglo, el aire es tenue aquí y frío y luminoso. Una niña cruza en bicicleta, haciendo largas eses descuidadas, los vestigios del límite aún visibles.
(Berlín)





J.Á. Valente


lunes, 18 de enero de 2010

No amanece el cantor




El cuerpo del amor se vuelve transparente, usado como fuera por las manos. Tiene capas de tiempo y húmedos,
demorados depósitos de luz. Su espejo es la memoria donde ardía. Venir a ti, cuerpo, mi cuerpo, donde mi cuerpo
está dormido en todas tus salivas. En esta noche, cuerpo, iluminada hacia el centro de ti, no busca el alba, no amanece el cantor.

No dejéis morir a los viejos profetas pues alzaron su voz contra la usura que ciega nuestros ojos con óxidos oscuros,
la voz que viene del desierto, el animal desnudo que sale de las aguas para fundar un reino de inocencia, la ira que despliega
el mundo en alas, el pájaro abrasado de los apocalipsis, las antiguas palabras, las ciudades perdidas, el despertar del sol como dádiva cierta en la mano del hombre.

La paciencia del sur. Sus enormes lagartos extendidos. El caparazón oscuro de la noche mordido por la sal. No llega la pregunta a convertirse en signo. Interrogar, ¿por qué? ¿Quién nos respondería desde la plenitud solar sin destruirnos?

Tenía el mar fragmentos laminares de noche. Los arrojaba al día. Para que el ave tendida de la tarde no pudiera olvidar
su origen en los terribles pozos anegados del fondo.

Y tú, ¿de qué lado de mi cuerpo estabas, alma, que no me socorrías?

Inmersión de la voz. Las aguas. Entraste en el origen. Cabeza decapitada junto al mar. Después no quedan más silencios.

Veo, veo. Y tú ¿qué ves? No veo. ¿De qué color? No veo. El problema no es lo que se ve,
sino el ver mismo. La mirada, no el ojo. Antepupila. El no color, no el color. No ver. La transparencia.

El centro es un lugar desierto. El centro es un espejo donde busco mi rostro sin poder encontrarlo. Para eso has venido
hasta aquí? ¿Con quién era la cita? El centro es como un círculo, como un tiovivo de pintados caballos. Entre las crines verdes
y amarillas, el viento hace volar tu infancia. -Detenla, dices.Nadie puede escucharte. Músicas y banderas. El centro se ha borrado. Estaba aquí, en donde tú estuviste. Veloz el dardo hace blanco en su centro. Queda la vibración. ¿La sientes todavía?

Los muslos de la mujer eran largos y húmedos. El fino vello brillaba dorado al sol. Interminable profundidad sin fondo de la piel. Cuando reía, parecía su risa estremecerle el sexo y desatar bandadas por el aire de indeclinables pájaros. Brotaba allí, me dije, como otras tantas cosas de la naturaleza.

(Jardín botánico)




J.Á. Valente


domingo, 17 de enero de 2010

Semana de José Ángel Valente





REPERCUTIR




Yo no quiero escribir.

Vivir, sólo vivir.
Vivir para morir.

Escribo a mi pesar.
La poesía debe repercutir.

Escribo para los demás.



Ángel Guinda


sábado, 16 de enero de 2010

RAP. POÉTICA




Dejemos de mirarnos el ombligo.
Se acabó predicar. A sembrar trigo.

No queremos ya más poetas divos.
Exigimos poetas subversivos.

Poetas como alas,
poetas incisivos,
poetas combativos,
poetas decisivos.

Pero tú qué te crees que es la vida.
Una trampa, una fiera malherida.

No queremos poemas teoremas.
Poemas solución a los problemas.

Testículos y ovarios
cuajando, solidarios,
poemas necesarios
y revolucionarios.

Bien. Dejémonos ya de zarandajas.
Recojamos los dados y barajas.

No escribamos impunemente a tientas.
Escribamos poemas herramientas.

Poemas como balas,
poemas nutritivos,
poemas revulsivos,
poemas explosivos.



Ángel Guinda


viernes, 15 de enero de 2010

TOMA DE CONCIENCIA




¿Esto es la vida o es la muerte? Dudo.
Si voy a disparar me vuelvo manco.
Arranco a destruir pero me atranco.
Me acuso de pasar por el embudo.

Respiro realidad: me ahogo, estornudo.
Se despeña mi fe por un barranco.
Si voy a condenar me quedo en blanco.
Me hacen tragar indiferencia en crudo.

Si permanezco así, de mí perezco.
Que mi conciencia no sea otro establo.
Blasfemo sangre cuando escribo y hablo

contra os mandamases que remiendan
la mierda que mastico. Ya, comprendan:
crezco más cuanto menos obedezco.



Ángel Guinda


jueves, 14 de enero de 2010




Soy un claro interior, el porvenir
de una puerta que siempre está atrancada,
la trampa de vivir y ver morir.

Contra la destrucción de la conciencia
bramo, reviento, clavo en Dios los codos.
Soy un zarpazo roto de paciencia.

Una luz que, arañando los escombros,
borra la niebla y sigue hacia delante.
Un hombre con la sombra hasta los hombros.

Como hambre y bebo sed con todos
los condenados a escarbar la nada.
Esto no es un poema, es un desplante.

Profundamente grito un no rotundo.
Yo no quiero vivir en este mundo.



Ángel Guinda


miércoles, 13 de enero de 2010

MORIR




Morir es no volver a estar
a la misma hora
en los mismos lugares,
con las mismas personas.
No aparecer, cada mañana,
como esa gran luz nueva
disuelta entre las cosas;
dejar interrumpidos los trabajos,
los viajes en punto muerto.
Ajenos a los mares y a los astros.
Morir es estar quietos, sordos,
ciegos, mudos, desaparecidos,
desconectados de todos y de todo,
de nosotros también;
no regresar a casa nunca más.
No emitir ya señales, recibirlas tampoco.
Morir es no volver.



Ángel Guinda



martes, 12 de enero de 2010

FACHADAS




Qué poca y engañosa cosa somos:
una hoguera de agua en las tinieblas;
el árbol del afán, de hoja caduca.



Ángel Guinda



lunes, 11 de enero de 2010

ARQUITEXTURA




Escribo contra la realidad,
no sobre ella.
La poesía es una rebelión.
El poema soy yo fuera de mí,
el mundo que me invade
haciéndome estallar.



Ángel Guinda


domingo, 10 de enero de 2010